Page 228 - Egipto TOMO 2
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                 cierto, á lo que se nos alcanza, lo ménos bello que se encierra en ese rayo de luz que nos
                 ha venido del Levante, y del cual habla el proverbio cuando dice: A b Oriente lux.
                    La Palestina fué la cuna y Alejandría la escuela del cristianismo, que en las grutas de los
                 padres del yermo y en las celdas de los cenobios establecidos en el valle del Nilo vio trans-
                 currir los dias de su juventud, tan fecunda en desvíos y  exageraciones. «En Egipto.— dice
                 »uno de los que más á fondo lian estudiado la época que nos ocupa, — la cuestión religiosa
                 » oscila incesantemente entre dos extremos: escapado al fanatismo pagano, después de haber
                 » sostenido luchas terribles, el egipcio no supo guardar medida alguna en la reacción, y creyó
                 » deber consagrar su vida entera á la religión nueva , con un espíritu análogo al que habia
                 » hecho de sus antecesores los esclavos del simbolismo.» Pacomio, el primer fundador de la
                 orden, pudo acometer la empresa de separar de sus moradas y de sus familias, en número de
                 más de mil, á los que se adhirieran á su doctrina, y someterlos sin inconveniente alguno á
                 los rigores y austeridades de su regla. Las primeras monjas se agruparon en derredor de su
                 hermana. Hor, Anuph y Serapio fundaron órdenes análogas cabe las orillas del Nilo: la vida
                 de los monjes consagrada á la salvación eterna, transcurrió ocupada en el trabajo manual
                 más rudo, y en la oración, completamente agena á la actividad del espíritu.  El sentimiento
                 religioso convirtióse en verdadera pasión, y ese pueblo, el más paciente de cuantos existen,
                 respecto de las demasías de sus tiranos, mostróse pronto á la lucha y obstinado en  la
                 resistencia, en el instante mismo en que se intentó tocar á uno solo siquiera de los artículos
                 de su  fe. No obstante  la guerra incesante que de luengos siglos se les ha hecho,  los
                 egipcios que han logrado salvarse de la tremenda conflagración suscitada por el Islam, se
                 han conservado monofisitas. Hasta las mismas letanías que durante el tiempo de las perse-
                 cuciones resonaban en alguno de estos retiros solitarios  , son cantadas aún por los sacerdotes
                 ántes de comenzar el oficio divino. En la actualidad las comunidades más numerosas que
                 existen en el imperio del jetife  , se hallan concentradas entre Siut, que es donde más abundan
                 los templos grandiosos, y Tébas. Pronto se nos ofrecerá ocasión de penetrar, en Girge, en
                 la iglesia de San Jorge, á la cual debe la ciudad  el nombre que lleva, y de asistir á la
                 comunión de nuestros correligionarios egipcios.
                   Desembarcamos junto á una linda mezquita edificada á orillas del Nilo , que  la corriente
                 hará desaparecer algún dia. Como Girge está á mitad del camino entre  el Cairo y  Assuan,
                 nuestros marineros quisieron hacer nueva provisión de pan. Un cairota, amigo nuestro,
                 nos envió un regalo y una carta de recomendación por medio de un copto empleado en  la
                 mudirije. Encontramos  al copto  instalado en  el  palacio de  la  gobernación:  desde  las
                 ventanas de su habitación se disfruta del panorama del Nilo y de  la cordillera arábiga,
                 que en este punto ofrece formas y un perfil notables. El mudir ó gobernador de la provincia
                 se ha trasladado de Girge á Sohag, seguido de su dican, es decir, de todos sus consejeros,
                 que durante su ausencia tienen por presidente  al  uekil.  Nuestro  conocido  el copto  es
                 empleado, y dícenos que entre los asentistas y cobradores cuéntanse muchos compatriotas
                 suyos. Amistosamente se ofrece á servirnos de guia, nos conduce al modesto bazar de la
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