Page 238 - Egipto TOMO 2
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242                   HASTA TEBAS
                   Osiris, esposo de su hermana Isis, domina, en calidad de rey, en todo el valle del Nilo, á
                 cuya comarca dictó sabias leyes, y  emprendió un viaje por el mundo entero á fin de enseñar
                 á los hombres las artes de la paz. De vuelta del mismo, su hermano Typhon conspiró contra
                 él; y mintiéndole un afecto que realmente no sentía, en medio del regocijo de un festin le
                 indujo á echarse dentro de un arcon previamente preparado. No bien se introdujo en  él,
                 cuando los setenta y dos cómplices de Typhon dejaron caer la tapa, echaron la llave, lo
                 clavaron para mayor seguridad, remacharon los clavos, y con  el príncipe que encerraba, lo
                 arrojaron al brazo tanítico del Nilo.  El rio lo condujo al mar, y las olas lo llevaron hácia
                 el Norte, depositándolo en Biblos, sobre la costa fenicia, al pié del tronco de un robusto pino.
                 Al cabo de poco tiempo las raíces del árbol envolvieron completamente la caja, y aquél se
                 hizo tan frondoso, lozano y robusto, que el rey de Biblos lo mandó cortar y  lo empleó en
                 sostener el techo de su palacio.
                   Entretanto Isis, que recorría el mundo en busca de su marido, encontró el féretro; dióse á
                 conocer al príncipe que lo poseía; sacó del pino la caja que encerraba; abrazóla sollozando, y se
                 la llevó en un buque. De regreso á Egipto se retiró á un lugar solitario, abrió el cofre, unió
                 su rostro al rostro del que fué su esposo, y lo besó derramando amargo llanto, después de lo
                 cual abandonó los inanimados restos de aquel á quien estaba unida, para ir á Buto, donde se
                 estaba educando su hijo Horo, con el objeto de exhortarle á que no olvidara el cumplimiento
                 del deber en que se hallaba de vengar á su padre.  Durante su ausencia Typhon dio con el
                 cadáver,  lo dividió en catorce trozos y  los dispersó, dejándolos en diferentes puntos de la
                 vasta región que constituye el valle del Nilo. Al saberlo Isis, trató de reunir nuevamente los
                 dispersos miembros, y donde quiera que dió con uno de ellos, levantó un sepulcro á la
                 memoria de su amado esposo. Así se explica, dicen unos, la existencia de las innumerables
                 tumbas existentes en Egipto, consagradas á Osiris: otros sostienen que todos los miembros de
                 Osiris fueron sepultados en un mismo lugar, y que  el haber Isis levantado sepulcros en
                 cuantos sitios había dado con uno de ellos, obedecía únicamente al propósito de desorientar á
                 Tvphon, en el caso en que se hubiese propuesto encontrar el sepulcro verdadero. El sepulcro
                 de Abydos guardaba la cabeza de Osiris, y áun entre los faraones gozaba fama de ser el más
                 venerando de cuantos existían. En tanto que  Isis lloraba y se ocupaba en sepultar á su
                 esposo, éste residia en el mundo inferior y su hijo Horo se disponía para la obra de su ven-
                 ganza. No transcurió mucho tiempo sin que estallara entre éste y Typhon una lucha encarni-
                 zada, que duró cuatro dias seguidos y terminó con la derrota del último. Horo entregó á Isis
                 el enemigo sojuzgado; mas la tierna viuda le concedió la vida y fué á reunirse con su esposo.
                   Esta bellísima leyenda identifica por hábil manera los destinos de una pareja humana, con
                 el círculo de fenómenos naturales propios del Egipto, el curso del sol y  el destino del alma
                 del hombre. La crecida del Nilo y la feracidad del suelo, el poder luminoso del sol, la causa
                 primera de la vida humana y el triunfo definitivo del bien y de la verdad, es decir,  Osiris,
                 parece vencido y anonadado por los dias de sequía, por la arena del desierto, por las tinieblas
                 de la noche, por las densas nieblas, las brumas, la tempestad, la muerte,
                                                                la mentira y  los
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