Page 241 - Egipto TOMO 2
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             hallara á la misma altura que la cabeza del Osíris de Abydos, y en la misma línea que el de su
             predecesor. Las momias transportadas á Abydos. tal vez se hallaban depositadas delante del
             santuario: por lo ménos dan derecho á presumirlo las inscripciones, ya que de su contexto se
             desprende que los sacerdotes debían dar la vuelta á cada una de las capillas  practicar treinta
                                                           ,
             y seis genuflexiones, salmodiar piadosas letanías, levantar los velos que cubrian las estatuas
             de los dioses, adornarlas con cintas, coronas y estofas y darles testimonio de su veneración
             por medio de ceremonias previamente prescritas. En las cámaras, dispuestas detrás de los
             siete santuarios, se hacían préviamente los preparativos indispensables á las prácticas del
             culto, que se verificaba en la capilla de Osíris: en  ella se encontraba la única puerta que
             conduce á la sala de las columnas (VI) y á otras dependencias que con ésta comunican. En
             las columnas y paredes de ese bellísimo cenotafio el faraón se inclina para hacer libaciones en
             honor de los dioses, quema
             perfumes, se arrodilla y
             recibe sus dones, los atribu-
             tos de la dominación, ó los
             símbolos de los bienes más
             preciosos de la vida. Seme-
             jantes asuntos se hallan re-
             presentados en otros tantos
             bajo-relieves, esculpidos con
             nimia prolijidad de detalles
             en una calcárea sumamente
             compacta. La cabeza de
             Seti  I constituye un verda-
             dero retrato, siendo imposi.
             ble desconocer la semejanza
                                      SETI  I OFRECIENDO EL INCIENSO Y HACIENDO UNA LIBACION
             existente entre SU  perfil V    (Bajo-relieve de Abydos)
             el de su hijo Ramsés II, del cual en otro lugar nos hemos ocupado. Todas las esculturas que
             datan de su época llevan impreso el sello de la perfección; mas, según parece, en cuanto
             pasó de esta vida dejaron de trabajar los grandes maestros que con tanta destreza manejaban
             el cincel: las numerosas representaciones del tiempo de Ramsés II y las líneas de jeroglíficos
             de la primera sala y del vestíbulo (II), cuyo techo se halla sostenido por doce pilares, ^on
             muy inferiores, bajo el punto de vista artístico, á las que se remontan al reinado de Seti  I.
             Éste vivió lo bastante para ver terminada la obra más importante de su cenotafio . según se
             desprende de las clavijas de madera en cola de milano empalmadas entre las piedras, para
             aumentar la adherencia, en cada una de las cuales se ve esculpido su nombre; mas debió
             dejar á su sucesor el cuidado de terminar la ornamentación exterior. Lna larga inscripción,
             p rabada en la fachada posterior del muro del vestíbulo, de la cual pensamos aprovecharnos
             más adelante, nos revela la manera cómo Ramsés II cumplió este deber filial.
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