Page 385 - Egipto TOMO 2
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refinada. Al dirigirse el viajero á Karnak, encuéntrase con numerosos negociantes que le
ofrecen abundantes ejemplares de esta clase de objetos, y si bien muchos de ellos son
legítimos, la mayor parte constituyen imitaciones perfectamente labradas.
El rico botín mencionado en el Cuadro estadístico aprovechó, como fácilmente se puede
comprender, no sólo á Amon de Tébas, cuyo templo procuró Thutmosis adornar por todos
los medios imaginables, sino también á sus sacerdotes. Las inscripciones prueban que el rey
le concedió con mano pródiga extensas tierras de labor, verjeles, cereales, ganados, oro,
plata y piedras preciosas, objetos de valor, entre los cuales se hace mención de un arpa
incrustada de joyas de gran precio y especial significación, y las rentas procedentes de las
ciudades sirias. Instituyó tres nuevas fiestas, aniversario de sus victorias, haciéndolas
coincidir con los antiguos dias festivos,, que en verdad no escaseaban en Tébas. Del mismo
modo que lo fuera con los dioses, mostróse pródigo con sus generales, y con aquellos de sus
capitanes que, en esta época caballeresca del Egipto, llevaron á cabo singulares hazañas.
Uno de los más distinguidos entre sus jefes y paladines fué el noble Amen-em-heb, cuya
tumba tuvo la suerte de descubrir el autor de estas líneas. Este héroe acompañó á su
soberano en todas cuantas expediciones llevó á cabo, y lo mismo en las cacerías que al frente
del enemigo distinguióse por su valor personal, habiendo recibido honores y presentes por
cada una de las acciones que llevó á cabo. La historia de sus hechos completa de una
manera inesperada la de Thutmosis III, proporcionándonos datos positivos respecto de la
duración de su reinado, durante el cual el terrible guerrero encontró espacio suficiente para
terminar muchas obras consagradas á la paz, entre otras la construcción de la parte más
antigua de MedinetHabu, sobre la orilla derecha de Tébas. Hemos encontrado su nombre
en Denderah: sus arquitectos trabajaban en Memphis y en Heliópolis, en Erment, en
el-Kab, en Edfu, en Esne, en Kom-Ombu, en la isla de Elefantina y en otros muchos
lugares, y hasta en Nubia, principalmente entre la primera y la segunda cataratas. En
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Amada restauró el templo fundado bajo el antiguo imperio, adornándolo con pinturas, entre
las cuales se encuentra su retrato, así como con jeroglíficos, que conservan aún el brillo y el
esplendor de sus colores, y merecen especial mención por la grandeza del estilo y la belleza
de ejecución. También levantó numerosos obeliscos, entre otros los que por más célebres é
importantes han sido posteriormente trasladados á Europa, tales como el llamado Aguja de
Cleopatra, el obelisco de Latran en Roma, y el famoso monolito de Constantinopla. No debe
sorprender que monarca por tantos títulos digno de estima, alcanzara honores divinos, aún
mucho tiempo después de su muerte, y que muchos egipcios adoptaran el sobrenombre con
que se le distinguía, Ra-men—cheper, para grabarlo como mensajero de ventura en sus
sellos ó en los escarabeos que usaban como amuleto.
Según consigna la inscripción funeraria de Amen-em-heb, Amenofis II ocupó el trono el
dia siguiente al de la muerte de su padre. Estaba en el deber de conservar cuanto se habia
adquirido en el reinado precedente : una tentativa de alzamiento llevada á cabo por las
ciudades sometidas de la Siria, obligóle á pasar al Asia: un texto de Amada nos da cuenta de