Page 383 - Egipto TOMO 2
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                 perdieron la corona y  la vida: muchos se vieron obligados á enviar sus hijos como rehenes
                 á Egipto. Una  división del ejército egipcio vigilaba los nuevos súbditos  del Arad en  el
                 Líbano. La mejor garantía de seguridad consistía en llevar cautivos á muchos de los hombres
                 más robustos, cuyos brazos reemplazaban en  las construcciones y en  el  cultivo de  la
                 campiña, á los hijos del país que perecían en los campos de batalla. Las listas de los pueblos
                 del Sur nos revelan que Thutmosis III llevó sus ejércitos hasta el Océano índico y el cabo de
                 Guardafui: otras inscripciones hay que manifiestan que atacó, venció é impuso tributos, en
                 Asia, á Fenicia con su capital Tiro, Babilonia y Asiria.  El cuadro estadístico de Karnak
                 nos demuestra  la manera  y las cantidades que  se satisfacieron para redimir semejantes
                 pechos.  Los  escultores de Thutmosis  III  lo grabaron en las paredes  de  las cámaras
                 próximas al santuario, conservándose parte del mismo en el museo del Louvre y otra parte
                 en Egipto, donde subsiste aun: el resto se ha destruido; mas aún así,  la ciencia ha logrado
                 restablecer las partes principales, de manera que hasta los profanos pueden comprender la
                 importancia de los datos y noticias que sobre la civilización de los pueblos respectivos nos
                 proporciona la enumeración de los productos de cada país.  Merced á  ella conocemos  el
                 número de esclavos varones y hembras, animales domésticos, productos agrícolas, metales
                 y piedras preciosas ó comunes, trajes, adornos, objetos de mobiliario, que exigían de cada
                 pueblo los recaudadores egipcios de impuestos. De todo ello podemos deducir, por ejemplo,
                 que la Fenicia era muy diestra en elaborar artísticamente vasos de metal; la Siria en fabricar
                 carros ricamente adornados, armas ofensivas y defensivas, y objetos destinados á amueblar
                 las casas y las tiendas, así como figuras, todo ello de una delicadeza extremada, que lo hacia
                 sumamente apreciable para los egipcios. En la Mesopotamia se trabajaban también con gran
                 perfección los carros, las armas y armaduras, los vasos preciosos, y  si no hemos compren-
                 dido mal la palabra aschmara (en hebreo hascmal y en asirio ischmaru), estaba por demás
                 adelantado el arte de esmaltar. Como se ve, en este tiempo la civilización del Asia occidental
                 en nada cedía á la del Egipto; pero así como en el valle del Nilo las más felices condiciones
                 de posesión y naturaleza, permitían al pueblo conservar cuanto habia heredado de sus
                 mayores,  el clima húmedo de  la región más septentrional influia poderosamente en  la
                 destrucción que en otros puntos  se experimentaba. De manera que á las inscripciones
                 egipcias, y sólo á ellas debemos  el saber que desde el siglo xvn ántes de nuestra era culti-
                 vábanse con esmero diferentes artes en Fenicia y en la Mesopotamia ; que el Egipto poseia
                 ya todos los elementos que dan derecho á un país para que pueda llevar con justo título  el
                 nombre de  civilizado,  de  lo  cual son testimonio elocuentísimo los descubrimientos que
                 incesantemente se realizan en las poblaciones situadas en la región seca del valle del Xilo,
                 que nos ponen de manifiesto  sortijas y pendientes,  collares y brazaletes, vasos de ricos
                 metales, peines y espejos, armas y piezas de armadura, entre los cuales merece especial
                 mención un fragmento de coselete construido en escamas, y hasta un carro completo de la
                 época faraónica, que se conserva actualmente en el museo de Florencia. Tébas constituye
                 al presente un venero riquísimo de semejantes restos, que demuestran una vida sumamente
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