Page 450 - Egipto TOMO 2
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DE LA CIUDAD DE AMON A LA CATARATA   363
              ellas, que desde esos remotos tiempos el culto de la blanca Xecheb, ó más bien la luminosa
              diosa de  la Luna,  atraia á estos lugares numerosos peregrinos, que á la suave luz del
              astro de la noche, hacían en  el  desierto ofrendas en honor de los muertos. De regreso
              echamos una ojeada sobre el templo abierto en la peña por  el tercero de los Ramsés y
              decorado nuevamente por Tolomeo IX Physcon, y después exploramos la línea de las tumbas
              que miran al Nilo, abiertas para los miembros, hombres y mujeres, de una gran familia, que
              durante la paz, servían á Necheb en calidad de sacerdotes y sacerdotisas, y  al Faraón como
              preceptores y nodrizas de sus hijos, y en tiempo de guerra se distinguieron en los bata-
              llones  de  tropas  escogidas
              que libertaron el Egipto de la
              dominación de los Hyksos.
              De esto no puede dudarse en
              manera alguna, especial-
              mente por lo cjue se  refiere
              al capitán de navio Ahadmes,
              hijo de Abna. que bajo  el
             dominio del primero  de los
             reyes de aquel nombre asis-
             tió  al  asedio  de Aoaris,  la
             fortaleza  de  los enemigos,
             distinguiéndose tan especial-
             mente durante todo el curso
             de la guerra de la indepen-
             dencia, que mereció las más
             honrosas distinciones, según
             en otro lugar dejamos refe-
             rido. La inscripción fúnebre
             de su padre Abna nos revela
             que en su tiempo el Egipto se
             vio desolado durante muchos     FELAH, NATURAL DE EL-KAB
             años, achu rompitu,  á consecuencia de la plaga del hambre. H. Brusgch ha pretendido
             probar v no sin visos de razón, que este tiempo de miseria coi responde a los siete anos de
             escasez, de los cuales Josef, el hijo de Jacob, supo tan hábilmente apiovecharso en beneficio
             del Faraón.  Las demás siringes de el-Kab pertenecen en su mayor parte á funcionarios de
             grandes haberes, enlajados por estrecho vinculo de parentesco con el capitán de navio A^bna.
             Vense en ellas gran número de interesantes escenas referentes á  la vida privada de los
             antiguos egipcios, entre ellas un cuadro que representa la recolección de la cosecha, al lado
             del cual se lee aun el estribillo que los campesinos solian cantar en tanto que los bueyes
             trillaban  el  trigo. Esa muestra de poesía popular egipcia encierra ya las asonancias casi
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