Page 499 - Egipto TOMO 2
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DE LA CIUDAD DE AMON A LA CATARATA
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                                                      Konoso, notable la piimeia por la
                  la superficie de sus peñascos. Las mayores son Sehel y
                  infinita variedad de matices y formas que ofrecen las piedras, y  por el número inmenso de
                  sus inscripciones. En cuanto á Konoso ha hecho inmortales á muchos principes del Kusch,
                  que así es como se llamaba á los gobernadores de  la provincia de Etiopía, y á otro» funcio-
                  narios de alto rango. Llamábase antiguamente la Isla de  las libaciones, Kebh, acaso poi
                  alusión al rio, que semeja en este lugar un creyente ofreciendo á la divinidad una libación de
                  vino. Dichas islas, así como las demás á ellas próximas, estaban consagradas á los dioses de
                                         el culto que en ellas se las prestaba, fue moti\o paia que
                  las cataratas, Chnum, Anke y Sati:
                  los peregrinos, cuyo nombre se encuentra grabado en las vertientes, se determinaran á esca-
                  larlas, trabajo, podemos asegurárselo á nuestros lectores, que tiene muy poco de delicioso,
                  sobre todo realizado bajo la influencia del sol del mediodía.
                    Y ahora abandonemos  las  aguas  bullidoras y  los ardientes peñascos de que  están
                           regresemos á la más encantadora de las islas, Philse, tan justamente alabada, y
                  sembradas, y
                  de la cual no se dirá jamás todo cuanto en su alabanza merece.
                    Instalámonos, con el proyecto de permanecer en la isla algunas semanas, en el peiistilo
                  cerrado del templo de Isis. Salech, ayudado por alguno de los marineros, levantó nuestra
                  tienda á la parte del patio que permanece constantemente en la sombra; impro\i»ó»e una
                                                                    cenó trato»
                  cocina y la correspondiente despensa en una de las cámaras del plan terreno, y
                  con los habitantes de la isla de Bige, situada al Oeste de Phike, para que nos proveyeran
                               volatería. La luna en su plenitud empezó á decrecer durante nuestra
                  de leche, huevos y
                  permanencia, comunicando un encanto indescriptible á las tranquilas noches que nos fué
                  dado pasar en este sitio maravilloso.
                    Y ahora preguntamos: ¿qué  es  lo que  presta á  esta  isla apartada  el  indescriptible
                  encanto á que nadie puede sustraerse? ¿Son los espléndidos edificios que encienat ¿Es la
                  alfombra de verdura que tapiza sus riberas,  é inspiró  al más grande de los artistas en
                  jardinería de  la época presente,  al príncipe Puckler Muskau,  el deseo de convertirla en
                  inmenso parque?  ¿Seria acaso  la  frescura  del agua,  clara,  limpia,  transparente,  que
                  bañándola en derredor, la separa del desierto? ¿Es por ventura  la prodigiosa abundancia
                  de rocas de granito y de tajados peñascos que cual corona de agudas espinas la ciicu\e casi
                     el Norte? ¿Seria acaso el azulado cielo que sobre ella se extiende, siempie diáfano,
                  por
                  siempre transparente, límpido siempre, en esa región en que jamás se ve una nube, en que
                   ni la más ligera bruma empaña la pureza del firmamento, ni en invierno ni en \erano? No
                   desconocemos que pueden existir otros lugares tan bellos como éste, más bello» si se quiere,
                   en otras regiones del Egipto; mas seguros estamos de que no se encuentra en el mundo un
                   sitio en el cual, como en éste, para hacerlo por todo extremo agradable, á todos los encantos
                                            estrechamente enlazados para comunicarle nue\o»
                   de  la Naturaleza, reunidos al par, y                   lo
                   atractivos,  se unan los recuerdos  históricos que  ofrece cada una de sus  piedra»,  y
                   comunican un perfume embriagador de antigüedad y belleza.
                     Es imposible desconocer  el exquisito tacto con que procedieron los sacerdotes de lo»
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