Page 83 - Egipto TOMO 2
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80         LA UNIVERSIDAD  A' LA MEZQUITA DE EL-AZHAR
                 »que ha experimentado uno de vosotros. Héseme extraviado una cartera en la cual había dos
                 » kourrasehs  1 del comentario.  Suplico á quien los hallare, se sirva entregárselos al portero,
                 »como previene la religión, con lo cual experimentará un halago (') de este pobre sér, es decir
                 »de mí, en cuanto haya recobrado el tesoro perdido (**).»
                   En  el intervalo que media de una á otra lección, los estudiantes ocupan el tiempo en
                 animadas discusiones que sostienen paseando á lo largo de las espaciosas salas de la mez-
                 quita, ó reuniéndose formando grupos, ó charlando con los vendedores ó los curiosos que
                 penetran en el edificio. Un aguador, por ejemplo, con el retintín de sus vasos, recuerda á tal
                cual estudiante que hay quien puede apagar su sed de agua ya que no de ciencia; algo más
                lejos, un vendedor de comestibles viene á demostrar con elocuencia muda, que el sabio se
                nutre de pan,  y  le da  la razón un escolar que hace provisión de vituallas, en tanto que un
                tercero sostiene cariñoso coloquio con una mujer, cuidadosamente cubierta con un velo, que
                por lo visto debe de ser su madre ó una próxima parienta. De improviso se deja oir la sonora
                voz del muezin llamando á los muslimes á la oración del medio dia. es-souhher, v entonces
                todos se precipitan á las cisternas del patio exterior con objeto de practicar las abluciones
                prescritas, y humillarse después en la dirección de la kiblcüi en ademan de orar.
                  Después de la hora de la siesta, empiezan de nuevo las lecciones, que continúan hasta que
                se les llama á la oración de la tarde, el—magrib. Los estudiantes rezan en sus habitaciones
                particulares, la mayor parte de las cuales se hallan establecidas en el interior de la mezquita,
                según veremos luego, la última de las cinco oraciones á que está obligado todo musulmán.
                La vida que,  tal como acabamos de describirla, llevan los estudiantes de la universidad de
                Ll-Azhar, se íefiere únicamente a los días de labor; en los festivos ó sea el viernes, vacan
                las aulas, pero á eso del medio dia se dirigen á la gran sala de columnas, que llena de bote
                en bote la muchedumbre deseosa de escuchar la palabra del Imán á cuyo cargo está también
                la dirección de las plegarias.
                  En otro lugar hemos tratado de la mezquita, como lugar de oración: al presente vamos á
                ocuparnos en ella como establecimiento de enseñanza, ya que este es su principal destino.
                Y aquí cumple decir que los que echan en cara al Islam el ser poco favorable al desarrollo
                científico, ó no tienen de él idea alguna, ó le calumnian á sabiendas: ya que la ciencia en el
                concepto musulmán forma parte integrante de  la  fe y de la naturaleza humana en lo que
                tiene la misma de más cle\ndo. Una sentencia de la tradición mahometana expresa que «son
                » hombres los que saben y los que quieren saber: quien no pertenece á ninguna de dichas
                » clases es un gusano que no sirve para cosa alguna.»
                 1
                  El kourraseh está formado de dos pliegos reunidos formando un solo cuaderno (a). Los árabes escriben con
                                                                 el cálamo sobre el
                      S:     "    man° 1ZqU16rda * Para qUe ^ C°mprenda  VéaSe 61  la pág. 74 que representa
                           6n
                u
                 (*)  Presumimos que no puede traducirse con más exactitud la palabra árabe halaoua que se lee en el original -V
                                                            °
                                                      ...
                 (**) No será difícil que el anuncio precedente sugiera al lector el reeno-r/lr.  /i-i
                                                     ” ^ ^ eStUdlanteS en la carta blanca de
                libros, el cual empezaba invariablemente con las palabras «Si este libro se perdiesel-V.
                                             °
                 (a) Como puede observarse aún en nuestros libros antiguos. Dos pliegos metidos uno dentro de otro forman cuatro hojas (ocho páginas)
                y de aquí cuaderno.—V.
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