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Sl6          ORIGEN Y CIVILIZACIONES


           batalla de Hatuntaqai, en la qne murió el Shjri Gacha-Du-
           chiiela, eligió la capital de ese reino para su residencia,
           puei estaba sumamente apasionado de la        bella Shyri-
            Paccha, hija del cx-rey, á la que tomó por concubina y tuvo
           en ella á Atahuallpa. Estando en su palacio de Tumipampa,
           en la provincia de Cañaris, le llegó la noticia de la aparición
           en la coita de gente estraña, lo cual le preocupó baitante,
           acordándose entonces de la funesta predicción de Huiracco-
           chaj acontecimiento que, efectivamente, originó luego la pér-
           dida de la autonomía del gran Imperio Incaico. Antes de
           morir, Huayna-Ccapacc dividió bu Imperio entre sus dos
           hijos, dejando la parte del Cuíco á Huáscar, (su hijo legíti-
           mo), y la de Quitú á Atahuallpa (su hijo bastardo), sin ima-
           ginarse que esa división sería, más tarde, motivo de desa-
           venencias entre sus dos herederos, y ocasionaría hasta la
           caída del Imperio. Desde el Inca Huayna-Ccapacc se aclara
           la confusión de la historia de los Incas, entrando de lleno en
            el período histórico del Perú. Huayna-Ccapacc reinó cin-
            cuentaicinco años (1470 á 1525), los doce primeros en solo
            el Imperio, y los restantes en  el reino de Quitú que había
           conquistado.
               5^. Huáscar-Inca,—Entró en posesión del trono en los
           tiempos más funestos, pues Atahuallpa aspiró á la corona
           imperial, estimulado por la poca voluntad que Huáscar ma-
           nifestaba en reconocerlo rey de Quito. Éste le envió una em-
           bajada exigiéndole obediencia; el astuto Atahuallpa le res-
           pondió que estaba pronto á obedecerle, y, con tal objeto,
           pasaría al Cusco á hacer las exequias de su padre; pero su
           intención era otra, y al efecto, juntó un poderoso ejército
           cuyo mando confió á sus aguerridos generales quiteños Cal-
           cuchima y  Quisquiz. Cuando Huáscar advirtió la traición
           de su hermano, no tuvo tiempo de juntar otro ejército nume-
           roso para contrareitarlf ; sin embargo, á tres leguas de dis-
           tancia, en el sitio llamado Quipaypampa, se libró una san-
           grienta batalla, en la que quedó vencido el ejército de Huás
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