Page 147 - Orgullo y prejuicio
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devolvió la visita hasta ayer, y entretanto no recibí ni una nota ni

                     una  línea  suya.  Cuando  vino  se  vio  bien  claro  que  era  contra  su
                     voluntad;  me  dio  una  ligera  disculpa,  meramente  formal,  por  no
                     haber  venido  antes;  no  dijo  palabra  de  cuándo  volveríamos  a

                     vernos y estaba tan alterada que, cuando se fue, decidí firmemente
                     poner  fin  a  nuestras  relaciones.  Me  da  pena,  aunque  no  puedo

                     evitar  echarle  la  culpa  a  ella.  Hizo  mal  en  elegirme  a  mí  como
                     amiga.  Pero  puedo  decir  con  seguridad  que  fue  ella  quien  dio  el

                     primer  paso  para  intimar  conmigo.  De  cualquier  modo,  la
                     compadezco  porque  debe  de  comprender  que  se  ha  portado  muy

                     mal, y porque estoy segura de que la preocupación por su hermano
                     fue la causa de todo. Y aunque nos consta que esa preocupación es
                     innecesaria, el hecho de sentirla justifica su actitud para conmigo, y

                     como él merece cumplidamente que su hermana le adore, toda la
                     inquietud  que  le  inspire  es  natural  y  apreciable.  Pero  no  puedo

                     menos que preguntarme por qué sigue teniendo esos temores, pues
                     si  él  se  hubiese  interesado  por  mí,  nos  hubiésemos  visto  hace  ya

                     mucho tiempo. El sabe que estoy en la ciudad; lo deduzco por algo
                     que ella misma dijo; y todavía parecía, por su modo de hablar, que

                     necesitaba convencerse a sí misma de que Bingley está realmente
                     interesado  por  la  señorita  Darcy.  No  lo  entiendo.  Si  no  temiera
                     juzgar con dureza, casi diría que en todo esto hay más vueltas de lo

                     que  parece.  Pero  procuraré  ahuyentar  todos  estos  penosos
                     pensamientos, y pensaré sólo en lo que me hace ser feliz: tu cariño y

                     la inalterable bondad de nuestros queridos tíos. Escríbeme pronto.
                     La señorita Bingley habló de que nunca volverían a Netherfield y de

                     que se desharían de la casa, pero no con mucha certeza. Vale más
                     que no mencione estas cosas. Me alegro mucho de que hayas tenido

                     tan buenas noticias de nuestros amigos de Hunsford. Haz el favor de
                     ir  a  verlos  con  sir  William  y  María.  Estoy  segura  de  que  te
                     encontrarás bien allí.

                         Tuya,
                                                                                                  Jane
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