Page 143 - Orgullo y prejuicio
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CAPÍTULO XXVI





                     A señora Gardiner hizo a Elizabeth la advertencia susodicha puntual y
                amablemente, a la primera oportunidad que tuvo de hablar a solas con ella.

                Después de haberle dicho honestamente lo que pensaba, añadió:
                     ––Eres  una  chica  demasiado  sensata,  Lizzy,  para  enamorarte  sólo

                porque  se  te  haya  advertido  que  no  lo  hicieses;  y  por  eso,  me  atrevo  a
                hablarte abiertamente. En serio, ten cuidado. No te comprometas, ni dejes

                que él se vea envuelto en un cariño que la falta de fortuna puede convertir
                en una imprudencia. Nada tengo que decir contra él; es un muchacho muy

                interesante,  y  si  tuviera  la  posición  que  debería  tener,  me  parecería
                inmejorable.  Pero  tal  y  como  están  las  cosas,  no  puedes  cegarte.  Tienes
                mucho  sentido,  y  todos  esperamos  que  lo  uses.  Tu  padre  confía  en  tu

                firmeza y en tu buena conducta. No vayas a defraudarle.
                     ––Querida tía, esto es serio de veras.

                     ––Sí, y ojalá que tú también te lo tomes en serio.
                     ––Bueno, no te alarmes. Me cuidaré de Wickham. Si lo puedo evitar, no

                se enamorará de mí.
                     ––Elizabeth, no estás hablando en serio.

                     ––Perdóname. Lo intentaré otra vez. Por ahora, no estoy enamorada de
                Wickham; es verdad, no lo estoy. Pero es, sin comparación, el hombre más
                agradable que jamás he visto; tanto, que no me importaría que se sintiese

                atraído por mí. Sé que es una imprudencia. ¡Ay, ese abominable Darcy! La
                opinión que mi padre tiene de mí, me honra; y me daría muchísima pena
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