Page 139 - Orgullo y prejuicio
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cantante de la conversación; ahora le tocaba escuchar. La señora Bennet
tenía que contarle sus muchas desdichas y sus muchas quejas. Había sufrido
muchas humillaciones desde la última vez que vio a su cuñada. Dos de sus
hijas habían estado a punto de casarse, pero luego todo había quedado en
nada.
––No culpo a Jane continuó––, porque se habría casado con el señor
Bingley, si hubiese podido; pero Elizabeth... ¡Ah, hermana mía!, es muy
duro pensar que a estas horas podría ser la mujer de Collins si no hubiese
sido por su testarudez. Le hizo una proposición de matrimonio en esta
misma habitación y lo rechazó. A consecuencia de ello lady Lucas tendrá
una hija casada antes que yo, y la herencia de Longbourn pasará a sus
manos. Los Lucas son muy astutos, siempre se aprovechan de lo que
pueden. Siento tener que hablar de ellos de esta forma pero es la verdad. Me
pone muy nerviosa y enferma que mi propia familia me contraríe de este
modo, y tener vecinos que no piensan más que en sí mismos. Menos mal
que tenerte a ti aquí en estos precisos momentos, me consuela
enormemente; me encanta lo que nos cuentas de las mangas largas.
La señora Gardiner, que ya había tenido noticias del tema por la
correspondencia que mantenía con Jane y Elizabeth, dio una respuesta
breve, y por compasión a sus sobrinas, cambió de conversación.
Cuando estuvo a solas luego con Elizabeth, volvió a hablar del asunto:
––Parece ser que habría sido un buen partido para Jane ––dijo––. Siento
que se haya estropeado. ¡Pero estas cosas ocurren tan a menudo! Un joven
como Bingley, tal y como tú me lo describes, se enamora con facilidad de
una chica bonita por unas cuantas semanas y, si por casualidad se separan,
la olvida con la misma facilidad. Esas inconstancias son muy frecuentes.
––Si hubiera sido así, sería un gran consuelo ––dijo Elizabeth––, pero lo
nuestro es diferente. Lo que nos ha pasado no ha sido casualidad. No es tan
frecuente que unos amigos se interpongan y convenzan a un joven
independiente de que deje de pensar en una muchacha de la que estaba
locamente enamorado unos días antes.
––Pero esa expresión, «locamente enamorado», está tan manida, es tan
ambigua y tan indefinida, que no me dice nada. Lo mismo se aplica a