Page 353 - Orgullo y prejuicio
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––Elizabeth, no es posible. ¡Pero si sé que no le puedes ni ver!

                     ––No  sabes  nada  de  nada.  Hemos  de  olvidar  todo  eso.  Tal  vez  no
                siempre  le  haya  querido  como  ahora;  pero  en  estos  casos  una  buena
                memoria es imperdonable. Ésta es la última vez que yo lo recuerdo.

                     Jane  contemplaba  a  su  hermana  con  asombro.  Elizabeth  volvió  a
                afirmarle con la mayor seriedad que lo que decía era cierto.

                     ––¡Cielo  Santo!  ¿Es  posible?  ¿De  veras?  Pero  ahora  ya  te  creo  ––
                exclamó Jane––. ¡Querida Elizabeth! Te felicitaría, te felicito, pero..., ¿estás

                segura, y perdona la pregunta, completamente segura de que serás dichosa
                con él?

                     ––Sin  duda  alguna.  Ya  hemos  convenido  que  seremos  la  pareja  más
                venturosa de la tierra. ¿Estás contenta, Jane? ¿Te gustará tener a Darcy por
                hermano?

                     ––Mucho, muchísimo, es lo que más placer puede darnos a Bingley y a
                mí.  Y  tú,  ¿le  quieres  realmente  bastante?  ¡Oh,  Elizabeth!  Haz  cualquier

                cosa menos casarte sin amor. ¿Estás absolutamente segura de que sientes lo
                que debe sentirse?

                     ––¡Oh, sí! Y te convencerás de que siento más de lo que debo cuando te
                lo haya contado todo.

                     ––¿Qué quieres decir?
                     ––Pues que he de confesarte que le quiero más que tú a Bingley. Temo
                que te disgustes.

                     ––Hermana,  querida,  no  estás  hablando  en  serio.  Dime  una  cosa  que
                necesito saber al momento: ¿desde cuándo le quieres?

                     ––Ese amor me ha ido viniendo tan gradualmente que apenas sé cuándo
                empezó;  pero  creo  que  data  de  la  primera  vez  que  vi  sus  hermosas

                posesiones de Pemberley.
                     Jane  volvió  a  pedirle  formalidad  y  Elizabeth  habló  entonces

                solemnemente afirmando que adoraba a Darcy. Jane quedó convencida y se
                dio enteramente por satisfecha.
                     ––Ahora sí soy feliz del todo ––dijo––, porque tú vas a serlo tanto como

                yo. Siempre he sentido gran estimación por Darcy. Aunque no fuera más
                que por su amor por ti, ya le tendría que querer; pero ahora que además de
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