Page 360 - Orgullo y prejuicio
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perfectamente  razonable.  Estoy  segura  de  que  ahora  no  me  encuentras

                ningún mérito, pero nadie repara en eso cuando se enamora.
                     ––¿No  había ningún mérito en tu cariñosa conducta con Jane cuando
                cayó enferma en Netherfield?

                     ––¡Mi querida Jane! Cualquiera habría hecho lo mismo por ella. Pero
                interprétalo  como  virtud,  si  quieres.  Mis  buenas  cualidades  te  pertenecen

                ahora,  y  puedes  exagerarlas  cuanto  se  te  antoje.  En  cambio  a  mí  me
                corresponde el encontrar ocasiones de contrariarte y de discutir contigo tan

                a menudo como pueda. Así es que voy a empezar ahora mismo. ¿Por qué
                tardaste  tanto  en  volverme  a  hablar  de  tu  cariño?  ¿Por  qué  estabas  tan

                tímido cuando viniste la primera vez y luego cuando comiste con nosotros?
                ¿Por qué, especialmente, mientras estabas en casa, te comportabas como si
                yo no te importase nada?

                     ––Porque te veía seria y silenciosa y no me animabas.
                     ––Estaba muy violenta.

                     ––Y yo también.
                     ––Podías haberme hablado más cuando venías a comer.

                     ––Si hubiese estado menos conmovido, lo habría hecho.
                     ––¡Qué lástima que siempre tengas una contestación razonable, y que

                yo sea también tan razonable que la admita! Pero si tú hubieses tenido que
                decidirte, todavía estaríamos esperando. ¿Cuándo me habrías dicho algo, si
                no  soy  yo  la  que  empieza?  Mi  decisión  de  darte  las  gracias  por  lo  que

                hiciste  por  Lydia  surtió  buen  efecto;  demasiado:  estoy  asustada;  porque
                ¿cómo  queda  la  moral  si  nuestra  felicidad  brotó  de  la  infracción  de  una

                promesa? Yo no debí haber hablado de aquello, no volveré a hacerlo.
                     ––No  te  atormentes.  La  moral  quedará  a  salvo  por  completo.  El

                incalificable proceder de lady Catherine para separarnos fue lo que disipó
                todas  mis  dudas.  No  debo  mi  dicha  actual  a  tu  vehemente  deseo  de

                expresarme tu gratitud. No necesitaba que tú me dijeras nada. La narración
                de mi tía me había dado esperanzas y estaba decidido a saberlo todo de una
                vez.

                     ––Lady Catherine nos ha sido, pues, infinitamente útil, cosa que debería
                extasiarla a ella que tanto le gusta ser útil a todo el mundo. Pero dime, ¿por
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