Page 362 - Orgullo y prejuicio
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Yo  me  río  del  todo.  Darcy  te  envía  todo  el  cariño  de  que  pueda

                     privarme. Vendréis todos a Pemberley para las Navidades.



                     La  misiva  de  Darcy  a  lady  Catherine  fue  diferente.  Y  todavía  más
                diferente  fue  la  que  el  señor  Bennet  le  mandó  al  señor  Collins  en

                contestación a su última:



                         Querido señor,

                         Tengo  que  molestarle  una  vez  más  con  la  cuestión  de  las
                     enhorabuenas:  Elizabeth  será  pronto  la  esposa  del  señor  Darcy.
                     Consuele a lady Catherine lo mejor que pueda; pero yo que usted

                     me quedaría con el sobrino. Tiene más que ofrecer.
                         Le saludo atentamente.



                     Los parabienes de la señorita Bingley a su hermano con ocasión de su

                próxima boda fueron muy cariñosos, pero no sinceros. Escribió también a
                Jane para expresarle su alegría y repetirle sus antiguas manifestaciones de

                afecto.  Jane  no  se  engañó,  pero  se  sintió  conmovida,  y  aunque  no  le
                inspiraba ninguna confianza, no pudo menos que remitirle una contestación

                mucho más amable de lo que pensaba que merecía. La alegría que le causó
                a la señorita Darcy la noticia fue tan verdadera como la de su hermano al

                comunicársela. Mandó una carta de cuatro páginas que todavía le pareció
                insuficiente para expresar toda su satisfacción y su vivo deseo de obtener el
                cariño de su hermana.

                     Antes de que llegara ninguna respuesta de Collins ni felicitación de su
                esposa a Elizabeth, la familia de Longbourn se enteró de que los Collins

                iban a venir a casa de los Lucas. Pronto se supo la razón de tan repentino
                traslado. Lady Catherine se había puesto tan furiosa al recibir la carta de su

                sobrino, que Charlotte, que de veras se alegraba de la boda, quiso marcharse
                hasta  que  la  tempestad  amainase.  La  llegada  de  su  amiga  en  aquellos

                momentos fue un gran placer para Elizabeth; aunque durante sus encuentros
                este placer se le venía abajo al ver a Darcy expuesto a la ampulosa cortesía
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