Page 361 - Orgullo y prejuicio
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qué volviste a Netherfield? ¿Fue sólo para venir a Longbourn a azorarte, o

                pensaste en obtener un resultado más serio?
                     ––Mi verdadero propósito era verte y comprobar si podía abrigar aún
                esperanzas  de  que  me  amases.  Lo  que  confesaba  o  me  confesaba  a  mí

                mismo  era  ver  si  tu  hermana  quería  todavía  a  Bingley,  y,  de  ser  así,
                reiterarle la confesión que ya otra vez le había hecho.

                     ––¿Tendrás valor de anunciarle a lady Catherine lo que le espera?
                     ––Puede que más bien me falte tiempo que valor. Vamos a ello ahora

                mismo. Si me das un pliego de papel, lo hago inmediatamente.
                     ––Y si yo no tuviese que escribir otra carta, podría sentarme a tu lado y

                admirar  la  uniformidad  de  tu  letra,  como  hacía  cierta  señorita  en  otra
                ocasión. Pero yo tengo una tía a la que no quiero dejar olvidada por más
                tiempo.

                     Por no querer confesar que habían exagerado su intimidad con Darcy,
                Elizabeth no había contestado aún a la larga carta de la señora Gardiner.

                Pero  ahora,  al  poder  anunciarles  lo  que  tan  bien  recibido  sería,  casi  se
                avergonzaba de que sus tíos se hubieran perdido tres días de disfrutar de

                aquella noticia. Su carta fue como sigue:



                         Querida tía,
                         Te  habría  dado  antes,  como  era  mi  deber,  las  gracias  por  tu

                     extensa, amable y satisfactoria descripción del hecho que tú sabes;
                     pero  sabrás  que  estaba  demasiado  afligida  para  hacerlo.  Tus

                     suposiciones  iban  más  allá  de  la  realidad.  Pero  ahora  ya  puedes
                     suponer  lo  que  te  plazca,  puedes  dar  rienda  suelta  a  tu  fantasía,
                     puedes permitir a tu imaginación que vuele libremente, y no errarás

                     más  que  si  te  figuras  que  ya  estoy  casada.  Tienes  que  escribirme
                     pronto  y  alabar  a  Darcy  mucho  más  de  lo  que  le  alababas  en  tu

                     última carta. Doy gracias a Dios una y mil veces por no haber ido a
                     los Lagos. ¡Qué necedad la mía al desearlo! Tu idea de las jacas es

                     magnífica; todos los días recorreremos la finca. Soy la criatura más
                     dichosa del mundo. Tal vez otros lo hayan dicho antes, pero nadie

                     con tanta justicia. Soy todavía más feliz que Jane. Ella sólo sonríe.
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