Page 153 - Cómo no escribir una novela
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QUINTA PARTE
LOS MUNDOS DE LAS MALAS NOVELAS
Sería una larga y dura batalla, Jim lo sabía, y él tendría que librarla solo en
su mayor parte, pero algún día los hombres podrían decidir no llevar
calzoncillos en Delaware.
De la misma forma que tus personajes tienen una vida exterior y otra interior, el mundo
de tu novela también tiene una vida mental. La vida exterior es el escenario, el mundo
físico en el que transcurre la historia. Pero muchos autores utilizan el mundo de su
novela y lo que ocurre en él para colocar un mensaje subyacente, dando pie a lo que
podríamos llamar «la vida interior de la novela».
Mientras el mundo exterior de una mala novela tiene muchas cosas en común con
los mundos de otras novelas malas —árboles, edificios, gatos—, todos los autores
impublicables parecen querer endosarnos un mensaje con el que están dispuestos a
machacarnos como que hay Dios. Las filas de los novelistas en ciernes están llenas de
negadores del Holocausto, de hombres que se plantean si las mujeres realmente tienen
alma, de seguidores del Dalai Lama. Éste es un criterio valiosísimo para rechazar un
manuscrito. El mensaje profundo de cualquier novela mala también es el más sólido
argumento conocido para combatir denodadamente la libertad de expresión y defender
la creación de la Policía del Pensamiento.
Ya sabes que, técnicamente hablando, el lector es incapaz de sacar conclusiones por
sí mismo. Por ello tu mensaje debe quedar claro, no lo expongas en unos términos
ambiguos, ponlo en cada página. Dedica largos pasajes a explicar que esa escena en
concreto es la prueba de que «el criminal siempre paga». De vuelta a la comisaría el
sargento O’Reilly debe decirle a su compañero: «Ves, Jack, el criminal siempre paga».
Pero es posible que el lector todavía no lo haya pillado. Incluso puede que el lector
esté en desacuerdo. No dudes en añadir una escena en la que ese personaje que
tampoco está de acuerdo con su mensaje sea ridiculizado, humillado y finalmente
aplastado por un ascensor fuera de control. ¡Enhorabuena! Acabas de asegurarte que los
lectores de Todos los ladrones van al Infierno no vuelvan nunca a leer otro libro
escrito por ese autor.
Pero antes de que uno divulgue su mensaje, debe preparar el escenario: dónde y