Page 158 - Cómo no escribir una novela
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relativa exquisitez del puré de patatas, pero ésta es una de las cosas de la realidad que
          las novelas no deberían imitar. Si tus personajes están comiendo, la única información
          sobre los platos que debes dar es aquella que permita que la trama avance o que ilustre

          el humor actual de tus personajes.
               Si al sorbete de Roberto le han añadido unas gotas de un veneno de lenta acción,
          nos  encantará  leer  una  descripción  detallada  de  esa  escena  en  que  Roberto  se  está

          tomando  su  sorbete.  De  la  misma  forma,  si  Brutus  traiciona  su  nerviosismo  no
          acertando a coger los fideos chinos con los palillos o dejando caer sobre su regazo un
          pegote de arroz con salsa, por favor, no dejes de contárnoslo.

               De lo contrario, aligera las escenas de las comidas.
               Si tu detective es un crítico gastronómico, o tu historia de amor es entre dos chefs,
          ni que decir tiene que puedes modificar los ingredientes de esta receta, pero incluso

          entonces no eches el freno a la acción sólo porque acaban de traer el delicioso carro de
          la pâtisserie.







                                                                                       Economías milagrosas
                                                                Cuando no se sabe de dónde viene todo el

                                                                              dinero que gasta un personaje


               Tras salir de su dúplex en el East Side, Mary Tiesha se detuvo un momento
               y  exhaló  un  suspiro.  Otra  audición  más  de  la  que  no  le  habían  llamado.

               Habían pasado meses desde que le habían ofrecido un papel. Se sentiría un
               poco depre si no fuera porque sabía que una buena terapia de compras lo
               curaba todo. Gracias a Dios ella vivía al lado de Barney’s.

                   Se  pasó  la  tarde  removiendo  entre  las  perchas  de  las  prendas  más
               estilosas que se habían visto sobre la faz de la Tierra. De vez en cuando se
               planteaba si debía irse y apuntarse a esa agencia de trabajos temporales.

               De lo contrario, ¿cómo podría pagarse esas tres semanas en Venecia en el
               Palazzo  Splendidorio?  Y  también  necesitaba  unos  focos  nuevos  para  su
               salón. Por no mencionar que tenía una cita con José Luis, el manicuro de las

               estrellas.  Ojalá  su  familia  fuera  rica,  entonces  podría  relajarse  y
               concentrarse en su arte.



          En determinados contextos los lectores desean dejar en suspenso su credulidad y vivir
          en un mundo de lujos. Nadie se pregunta cómo es que James Bond puede pagarse esos
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