Page 34 - Cómo no escribir una novela
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hablando de lo mismo. Incluso en el caso de que lo que se diga en la lavandería
contenga nueva información, lo que cualquiera leerá son dos escenas que cuentan lo
mismo.
¿Y pasa algo más?
Cuando demasiados recuerdos
empantanan la historia
Joe vio a Anne esperando en la esquina e inmediatamente recordó el día en
que se conocieron. Ella tenía entonces dieciocho años, acababa de terminar
el instituto y estaba paseando a su perrito en el peor barrio de la ciudad. Él
fue tan caballero que le ofreció llevarla en su coche.
Ahora ella lo vio y dudó. Él echó el freno. Ella llevaba el mismo vestido
verde de algodón que cuando fueron al Caribe. Nunca olvidaría ese viaje. El
tiempo fue perfecto los primeros días. Y entonces los cielos se abrieron.
Pero ellos se lo pasaron muy bien.
—Hola, Anne —dijo cuando ella se metía en su Ford Fromage—. ¿Cómo
lo llevas?
—No lo sé —respondió ella sonriendo y encogiéndose de hombros.
Eso era muy propio de ella. Y de su madre, recordó Joe. Conoció a la
madre de Anne antes de conocerla a ella. Fue en 1963, cuando él sólo tenía
ocho años…
Aquí todo lo que se nos cuenta es el punto de vista de un personaje sobre cosas que no
están pasando. Es como intentar salir de casa con alguien que está dándose cuenta todo
el rato de que se ha dejado algo dentro. Y que siempre recuerda que se ha olvidado otra
cosa. Si la acción echa el freno cada dos por tres, la trama no tiene ninguna posibilidad
de llegar a ninguna parte.
Ese móvil tan cómodo
Las últimas décadas del siglo XX trajeron dos cambios que modificaron
para siempre la vida de los escritores. El primero fue la caída del