Page 181 - Fantasmas
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El teléfono  negro

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             ]| hombre  gordo del otro  lado de la calle estaban  a punto
         L   de caérsele las compras  al suelo.  Llevaba una  bolsa de pa-
    pel en cada brazo y peleaba por meter una llave en la cerradura tra-
     sera  de su  camioneta.  Finney estaba sentado  en  las escaleras  de-
     lanteras  del almacén  de Poole, con  un  refresco  de uva  en la mano,
     mirándolo.  Al hombre  gordo se le iban a caer  sus  compras  al sue-
    lo en  el momento  en que consiguiera abrir la puerta.  La bolsa del
    brazo izquierdo ya se le había escurrido.
          No era  sólo  gordo, sino grotescamente  gordo. Tenía una
    cabeza afeitada  y brillante  y en la intersección  entre  el cuello y
    la base  del cráneo  se  le formaban  dos  gruesos  pliegues.  Vestía
    una  camisa hawaiana  de colores  estridentes  y un  estampado  de
    tucanes  y lianas,  aunque  no  hacía  calor para  usar  manga  cor-
    ta.  El viento  era  más bien fresco, y por eso John Finney se  acu-
    rrucaba  y apartaba  la cara  para  resguardarse  de él. Tampoco
    él llevaba  la ropa  adecuada  para  el tiempo  que  hacía  y habría
    sido  más  sensato  que  esperara  a su  padre dentro,  sólo  que  no
    le gustaban las miradas  casi feroces  que le dirigía el viejo Tre-
    mont  Poole,  como  si pensara  que iba a romper  o a robar  algo.
    Lo que sucedió  a continuación  es probablemente  el mejor nú-
    mero  de cine cómico  jamás visto, aunque  Finney no  reparó en




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