Page 240 - Fantasmas
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FANTASMAS
tad, esquiando en las colinas y alimentando a las focas ju-
guetonas desde el muelle situado detrás de nuestra casa.
Acabábamos de empezar nuestra vida adulta y estábamos
dando los primeros pasos de vida en común. En aquellos días,
cuando yo hablaba de nuestros niños dando de comer.a las focas
Angie me miraba de una forma que me hacía sentir vagamente
convencido e intensamente esperanzado... esperanzado respecto
a mí y a lo que acabaría siendo. Angie tenía unos ojos inmensos,
no muy diferentes de los de una foca, castaños y con unos círcu-
los dorados brillantes alrededor de sus pupilas. Me miraba sin pes-
tañear, escuchándome con los labios entreabiertos, tan atenta co-
mo lo haría un niño con su cuento favorito antes de dormirse.
Pero después de ser arrestado por conducir borracho, la
más mínima mención de Alaska la hacía poner caras raras. Que
me arrestaran también me hizo perder el trabajo, lo cual, he de
admitirlo, no supuso una gran pérdida, puesto que no era más
que un empleo temporal como repartidor de pizzas, y Angie
luchaba por pagar las facturas. Estaba preocupada y no com-
partía su preocupación conmigo, sino que me evitaba siempre
que podía, algo difícil, pues compartíamos un apartamento
de tres habitaciones.
Yo seguía sacando el tema de Alaska de vez en cuando,
tratando de atraerla de nuevo a mi lado, pero eso sólo servía
para enfadarla aún más. Decía que si yo no era capaz de man-
tener el apartamento limpio estando en casa solo todo el día,
¿cómo estaría nuestro refugio? Se imaginaba a nuestros hijos
jugando entre montones de caca de perro, con el piso delan-
tero hundido, motos de nieve oxidadas y perros famélicos suel-
tos por el jardín. Decía que oírme hablar de aquello le daba ga-
nas de gritar, tan patético era, tan ajeno a la realidad. Decía que
temía que yo tuviera un problema, tal vez alcoholismo, o de-
presión clínica, y que debería ver a alguien, aunque no tuvié-
ramos dinero para ello.
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