Page 236 - Fantasmas
P. 236
FANTASMAS
No volví a ser el mismo después del accidente. La rodilla
me dolía si caminaba más de la cuenta, cuando llovía o cuando
hacía frío. Las luces demasiado fuertes me provocaban intensas
migrañas. Me costaba concentrarme durante mucho tiempo,
también seguir una clase de principio a fin, y a menudo me po-
nía a soñar despierto durante un examen. No podía correr, así
que se me daban mal los deportes. No podía pensar, así que se
me daba mal el colegio.
Intentar seguir el ritmo a los otros chicos era un sufri-
miento, de manera que después del colegio me quedaba en ca-
sa leyendo cómics. No sabría decir cuál era mi héroe preferi-
do, ni siquiera qué historias me gustaban más. Leía cómics de
forma compulsiva, sin extraer de ello ningún placer especial,
ni ninguna opinión en especial; los leía simplemente porque
cuando veía uno no podía dejar de leerlo. Me había vuelto adic-
to al papel barato, a los colores chillones y a las identidades
secretas. Leer aquellos cómics era como estar vivo. El resto de
las cosas, en cambio, me resultaban desenfocadas, con el vo-
lumen demasiado bajo y los colores demasiado pálidos.
No volví a volar en diez años.
No me interesaba coleccionar cosas y, si no hubiera si-
do por mi hermano, habría dejado mis cómics apilados en cual-
quier parte. Pero él los leía tan compulsivamente como yo, y
estaba también bajo su hechizo. Durante años los guardó en
bolsas de plástico y ordenados alfabéticamente dentro de unas
cajas blancas y alargadas.
Y entonces, un día, cuando yo tenía quince años y Nicky
iniciaba su último curso en el instituto Passos, se presentó en
casa con una chica, algo insólito. La dejó conmigo en el cuar-
to de estar, con la excusa de que quería guardar arriba su mo-
chila, y después corrió a nuestra habitación y tiró nuestros có-
mics, todos, los suyos y los míos, que sumaban casi ochocientos.
234