Page 231 - Fantasmas
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La capa
ramos pequeños.
Yo hacía de Rayo Rojo y me subí al álamo muerto de
la esquina de nuestro jardín para escapar de mi hermano, que
no hacía de nadie, sólo de sí mismo. Había invitado a unos ami-
gos y habría deseado que yo no existiera, pero yo no podía evi-
tarlo: existía. |
Le había cogido su máscara y le dije que cuando llegaran sus
amigos les revelaría su identidad secreta. Contestó que me iba a
hacer picadillo y se quedó abajo tirándome piedras, pero lanza-
ba como una chica y pronto trepé hasta estar fuera de su alcance.
Mi hermano se había hecho demasiado mayor para jugar
a los superhéroes. Ocurrió de repente, sin previo aviso. Ha-
bía pasado los días anteriores a halloween disfrazado de La Ra-
ya, tan veloz que al correr el suelo se derretía bajo sus pies. Pe-
ro cuando terminó Halloween dijo que ya no quería ser un
superhéroe y, más aún, quería que todo el mundo olvidara que
alguna vez había sido uno, y olvidarse él mismo; pero yo no le
dejaba, y ahí estaba, subido al árbol con su máscara y con sus
amigos a punto de llegar.
El álamo llevaba años muerto y cada vez que hacía vien-
to arrancaba sus hojas y las esparcía por el césped. La escamo-
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