Page 229 - Fantasmas
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Joe HiLL
Baxter; pensó que los jóvenes se veían desgarrados por el amor,
y sus cuerpos inocentes destrozados y arruinados sin razón al-
guna, salvo que a alguien le convenía.
Baxter levantó una mano y Wyatt casi gritó cuando la vio
por el rabillo del ojo, como una forma fantasmal palpando en
la oscuridad. Agitaba los dedos señalando su garganta y Wyatt
tuvo una idea. Tomó la mano izquierda de Baxter y la sujetó
contra la herida haciendo presión. Buscó su otra mano y la co-
locó encima. Cuando la soltó, ambas manos permanecieron
sobre el chaleco empapado de sangre. Sin apretar, pero sin sol-
tarlo tampoco.
—Enseguida vuelvo —dijo Wyatt temblando con vio-
lencia—. Iré a buscar ayuda. Iré hasta la carretera y traeré a al-
guien y te llevaremos al hospital. Todo irá bien. Mantén eso
apretado contra tu cuello. Estarás bien, te lo prometo.
Baxter lo miró sin dar señales de comprenderlo. Sus ojos
tenían una mirada vidriosa y apagada que asustó a Wyatt. Se
puso en pie y echó a correr. Pasados unos metros se detuvo
para quitarse el tenis que aún llevaba puesto, y siguió corriendo.
Corría a grandes zancadas, jadeando en el aire trío y hú-
medo, escuchando sólo sus pisadas en el duro suelo. Sin em-
bargo, tenía la impresión de que no corría tan rápido como
solía, de que cuando era más joven correr no le había supues-
to tanto esfuerzo. No había avanzado mucho cuando notó un
fuerte calambre en el costado. Aunque respiraba a grandes bo-
canadas, sentía que no le llegaba aire suficiente a los pulmones.
Demasiados cigarrillos tal vez. Agachó la cabeza y siguió co-
rriendo, mordiéndose el labio inferior y tratando de no pensar
en que podría ir mucho más rápido si no le doliera el costado.
Miró atrás y comprobó que no había avanzado ni cien metros,
seguía viendo el coche. Empezó a llorar otra vez, y mientras
corría rezaba, las palabras salían de sus labios en bruscos su-
surros cada vez que exhalaba el aliento.
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