Page 246 - Fantasmas
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FANTASMAS
Tenía una sola velocidad, que podría calificarse de ma-
jestuosa. Flotaba como en un desfile. Todo lo que tenía que ha-
cer para deslizarme hacia delante era mirar en esa dirección y
allá que iba, propulsado por un gas poderoso, pero invisible,
por la flatulencia de los dioses. á
Al principio me costó girar, pero poco a poco aprendí a
cambiar de dirección del mismo modo que uno rema en una
canoa. Conforme me desplazaba por la habitación alargaba un
brazo y encogía el otro. Y así, sin esfuerzo, viraba a izquierda
o a derecha, dependiendo del remo metafórico que hundiera
en el aire. Una vez pillé el truco, girar se convirtió en algo emo-
cionante, como las cosquillas en la boca del estómago cuando
uno entra acelerando en las curvas.
También podía elevarme inclinándome hacia atrás, co-
mo en un respaldo reclinable. La primera vez que lo intenté
subí tan rápidamente que me golpeé la cabeza con una cañe-
ría y vi estrellitas y puntos negros delante de los ojos. Pero
me reí y me froté el chichón que me estaba saliendo en plena
frente.
Cuando por fin dejé de volar, casi llegado el mediodía, es-
taba exhausto y permanecí echado en la cama mientras todos
los músculos me dolían por el esfuerzo de mantener las rodi-
llas encogidas durante tanto tiempo. Me había olvidado de co-
mer y estaba mareado e hipoglucémico. Pero incluso así, tum-
bado bajo las mantas en el sótano que poco a poco se volvía
menos frío, me sentía flotar. Cerré los ojos y me dejé llevar a
los infinitos confines del sueño.
A última hora de la tarde me quité la capa y subí a pre-
pararme unos bocadillos de tocino. El teléfono sonó y lo des-
colgué automáticamente; era mi hermano.
—Dice mamá que no la estás ayudando arriba —dijo.
—Hola. Yo estoy bien, gracias. ¿Y tú?
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