Page 250 - Fantasmas
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FANTASMAS
inicié el descenso con total suavidad, tal y como lo había prac-
ticado en el sótano.
Cuando divisé la avenida Powell supe dónde me encon-
traba. Floté sobre tres manzanas más, elevándome en una oca-
sión para evitar el cable de un semáforo, y, después gané altura
de nuevo y me dirigí, como en un sueño, hacia la casa de An-
gie. Estaría a punto de terminar su turno en el hospital.
Pero se retrasó casi una hora. Me encontraba sentado en
el tejado de su garaje cuando hizo su entrada en la rampa con-
duciendo el viejo Civic marrón que habíamos compartido. To-
davía le faltaba el parachoques y el capó estaba abollado, des-
perfectos que sufrió cuando choqué contra un contenedor en
mi desesperado intento por huir de la policía.
Angie iba maquillada y llevaba puesta la falda color li-
ma con estampado de flores tropicales, la que se ponía siempre
para las reuniones de personal todos los finales de mes. Sólo
que no era fin de mes. Seguí sentado en el tejado metálico del
garaje y la observé trotar sobre sus tacones altos hasta la puer-
ta principal de la casa y entrar.
Por lo general, se duchaba siempre al llegar a casa y yo
no tenía nada más interesante que hacer.
Me deslicé por una esquina del tejado y floté como un
globo negro hacia el tercer piso de la alta y estrecha casa de es-
tilo victoriano de sus padres. Su dormitorio estaba a oscuras.
Me apoyé en el cristal escudriñando en dirección a la puer-
ta, esperando a que se abriera. Pero Angie ya estaba dentro
y encendió una lámpara situada a la izquierda de la venta-
na, sobre una cómoda. Miró por la ventana en mi dirección.
Yo también la miré, sin moverme. No podía, estaba dema-
siado nervioso. Ella miraba por la ventana sin interés y sin
mostrar sorpresa alguna. No me veía a mí, tan sólo su refle-
jo en el cristal, y me pregunté si alguna vez me había visto en
realidad.
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