Page 251 - Fantasmas
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Joe Hit
Floté junto a su ventana mientras se sacaba la falda por la
cabeza y se desprendía de su sencilla ropa interior. El baño
estaba contiguo a su dormitorio y tuvo el detalle de dejar la
puerta abierta. La miré ducharse a través de la mampara trans-
parente. Se tomó su tiempo, levantando los brazos para retirar
de la cara sus cabellos color miel mientras el agua caliente le ba-
ñaba los pechos. Ya la había visto ducharse antes, pero nunca
me había resultado tan interesante. Deseé que se masturbara
con el teléfono de la ducha, algo que, según me contó, solía ha-
cer cuando era adolescente, pero no lo hizo.
Durante un rato la ventana se cubrió de vaho y no podía
verla tan claramente, tan sólo su silueta de color rosa pálido
moviéndose de aquí para allá. Entonces escuché su voz, esta-
ba al teléfono y le preguntaba a alguien por qué estaba estu-
diando un sábado por la noche. También dijo que estaba abu-
rrida y que tenía ganas de practicar un juego. Hablaba con un
tono entre petulante y erótico.
Cuando el vapor condensado de su habitación se esfumó,
en el centro de la ventana se abrió un círculo de cristal limpio.
Entonces la vi, con un top blanco sin tirantes y unas bragui-
tas negras de algodón, sentada frente a una mesa pequeña y con
el cabello envuelto en una toalla. Había colgado el teléfono y
estaba jugando en la computadora, tecleando un mensaje de vez
en cuando. Se había servido una copa de vino blanco y la vi be-
bérselo. En las películas los mirones espían a modelos bailan-
do en sus apartamentos en ropa interior de encaje, pero lo or-
dinario también puede resultar pervertido: los labios en la copa
de vino, el elástico de unas braguitas de algodón ciñendo un
muslo blanco.
Cuando dejó la computadora parecía satisfecha, pero in-
quieta. Se metió en la cama, encendió un televisor pequeño y em-
pezó a cambiar de un canal a otro. Se detuvo en uno y se puso
a ver a unas focas apareándose. Una trepaba sobre el lomo de
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