Page 255 - Fantasmas
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Joe HiLL
—¿Por qué no puedo dejar de pensar que esto no es más
que un truco pervertido para hacerme sentar en tu regazo? —pre-
guntó.
Yo me dispuse a despegar y ella dijo:
—Vamos a caernos en...
Me deslicé del borde de la cómoda y me elevé en el aire,
inclinándome atrás y adelante mientras Angie se sujetaba con
los dos brazos a mi cuello y profería gritos de alegría y miedo
al mismo tiempo.
Yo no soy muy robusto, pero aquello no era como co-
gerla en brazos... sino como si ambos nos balanceáramos en
una mecedora invisible suspendida en el aire. Lo único que ha-
bía cambiado era el centro de gravedad, y yo tenía la impresión
de estar maniobrando en una canoa con demasiados pasajeros.
La llevé flotando alrededor de la cama, y luego por encima,
mientras ella gritaba, y reía y gritaba de nuevo.
— ¡Ésta es la mayor locura! —dijo—. ¡Oh, dios mío, na-
die lo va a creer! ¿Eres consciente de que vas a ser la persona
más famosa de toda la historia?
Mientras hablaba me miraba con los ojos abiertos y bri-
llantes, como solía hacerlo al principio, cuando le hablaba de
Alaska. Me dirigí hacia la cómoda para aterrizar, pero cambié
de idea y, agachando la cabeza, salí volando por la ventana.
—¡No! ¿Qué estas haciendo? ¡Carajo, qué frío hace!
Me apretaba tan fuerte alrededor del cuello que me cos-
taba trabajo respirar. Volé en dirección al filo plateado de la
luna.
—A guanta el frío —le dije—. Sólo será un minuto. ¿No
merece la pena, con tal de poder volar así, como en sueños?
—Sí —contestó—, es increíble.
—Lo es.
Temblaba violentamente, lo que hacía vibrar sus pechos
debajo de la delgada blusa de forma interesante. Continué as-
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