Page 60 - Fantasmas
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FANTASMAS
Alec abrió la boca sin saber lo que iba a decir, seguramente
algo sobre la chica muerta, pero en su lugar musitó:
—En realidad no es para niños.
El hombre alto lo miró con expresión algo molesta.
—Pues claro que sí. Es de Walt Disney.
Alec lo observó durante varios segundos y después añadió:
—Usted debe de ser Harry Parcells.
—Pues sí. ¿Cómo lo sabes?
—Lo he adivinado —respondió Alec—. Gracias por la
Coca-Cola.
Alec siguió a Harry Parcells detrás del mostrador de pa-
lomitas y por una puerta hasta un rellano donde terminaba una
escalera. Harry abrió una puerta situada a la derecha y entra-
ron en un pequeño y atestado despacho. El suelo estaba lle-
no de latas metálicas con rollos de películas, y las paredes cu-
biertas de carteles descoloridos, algunos de los cuales se
superponían: Forja de hombres, David Copperfield, Lo que el
viento se llevó.
—Siento que te haya asustado —dijo Harry dejándose
caer pesadamente en una silla de despacho detrás de su mesa—.
¿Seguro que estás bien? Sigues algo pálido.
—¿Quién es?
—Algo explotó dentro de su cabeza —contestó Harry
mientras se apuntaba la sien con un dedo, como si fuera una
pistola—. Fue hace seis años, durante El mago de Oz, el estre-
no. Fue horrible. Solía venir mucho por aquí, era mi cliente más
fiel. Hablábamos, bromeábamos...
Su voz pareció perderse, sonaba confundido y altera-
do. Se retorció las regordetas manos sobre la mesa en frente
de él, y entonces dijo:
—Y ahora busca mi ruina.
—Usted la ha visto.
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