Page 21 - Extraña simiente
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York (pareció darse cuenta de que no era nativa), cuáles eran sus planes para
el futuro… Decía tan poco sobre sí mismo… En aquella época, pensó que era
un vendedor nato. Hacía hablar a la otra persona mientras él escuchaba. A
todo el mundo le gusta hablar de sí mismo. ¡Qué transparente! No era más
que otro macho haciendo carrera, sólo que éste era un poquito más
introvertido, más inteligente (y por lo tanto más peligroso), y tenía más
encanto que los otros.
Pero, afortunadamente, aunque era más encantador, inteligente e
introspectivo, no intentó utilizar esas virtudes para su provecho. Tenía un
interés genuino por ella. Le gustaba de verdad. Le importaba conocerla mejor.
Lo consiguió.
Medio año después de su primer encuentro, estaban casados.
Un mes después de la boda, Paul lanzó la noticia:
—¿Has viajado alguna vez por el estado, Rachel? Quiero decir, ¿has
estado en los «Naples», por la zona de Penn Yan? Es una tierra muy bonita.
Un poco pobre, quizás, pero bonita.
—He pasado en coche.
—¿Y te gustó?
—Bueno, no estaba mal, ¿por qué?
—Porque vamos a vivir allí.
Silencio.
—Llevo haciendo planes durante mucho tiempo, Rachel. Ya lo tengo todo
pensado. La casa y todo.
—Pero… yo pensaba…, yo pensaba que Nueva York…
—¿Que Nueva York era «mi ciudad»?
—Supongo…
—Sí, lo es. Me podrías llamar incluso un «neoyorquino duro» —hizo una
pequeña pausa y frunció el ceño levemente—. Y por eso, ¿cómo podría
explicártelo?, por ese «neoyorquino duro» que hay en mí, me siento sucio…,
cansado…, ¿me entiendes?
—No lo sé —dudosa y confundida, añadió—: creo que sí.
—No he nacido aquí.
—Sí, lo sé.
—Nací en la casa de mi padre. La que ahora es nuestra casa. ¿Te he
contado alguna vez algo de esa casa?
—Sólo la habías mencionado. Dijiste que era «primitiva». Esa fue la
palabra que empleaste, «primitiva».
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