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Especial: Marco Martos Carrera
Marco Martos:
el maestro, el amigo, el poeta
José Antonio Mazzotti
Tufts University y Asociación Internacional de Peruanistas
Teníamos como profesor a un notable poeta, con un
magistral manejo del fraseo y de la gradación de las
imágenes, es decir, del ritmo interior. Era un poeta que sabía
expresar con palabras cotidianas experiencias profundas y a
la vez comunes.
M i primer recuerdo de Marco Mar- general Velasco Alvarado estaba poniendo en
marcha desde 1968. Para el 73, con las reformas
tos no viene del momento en que
agraria, educativa, industrial, la nacionalización
lo conocí en persona, durante mi
zprimer año como universitario de
San Marcos, en setiembre de 1978. Viene de los del petróleo y el cobre, la movilización masiva
del campesinado y la oficialización del quechua,
poemas que leí en la Antología de la poesía perua- el Perú era un país de esperanzas y optimismo.
na, tomo 2, que Alberto Escobar había publica- La poesía, pues, merecía otro lenguaje, más acor- 17
do en una colección de la editorial Peisa avalada de con el ánimo de los tiempos.
en 1973 por el Gobierno Revolucionario de las Fue así como ese segundo tomo de la anto-
Fuerzas Armadas. Colegial de secundaria como logía de Escobar me ofreció la posibilidad de
era yo entonces, y ya con una marcada vocación acceder a los poetas que hoy se identifican con
poética, me dediqué a devorar durante aque- la «generación del 60» (término discutible, como
llos años cuanto libro de poesía cayera en mis veremos), entre los que Marco Martos figuraba
manos. Me fascinaban sobre todo aquellos que al lado de Antonio Cisneros, Rodolfo Hinostro-
no formaban parte del currículo escolar. Para za, Javier Heraud, César Calvo y otros. Lo que
entonces, la lista de poetas peruanos apenas lle- los unía, más que la edad (nacidos todos a prin-
gaba hasta César Vallejo (que fue, hay que reco- cipios de la década de 1940), era que usaban el
nocerlo, todo un descubrimiento), pasando por lenguaje de una manera más desenfadada que
Salaverry, Melgar y hasta Caviedes. sus antecesores, sin esa solemnidad vallejiana
Sin embargo, Vallejo, con su «madre España» que tanto desanima a quienes se llevan esa única
y su «Dios enfermo» (al menos el Vallejo solem- impresión de la poesía peruana. Sin tener plena
ne y depresivo que nos enseñaban; una imagen conciencia de ello, el escolar que yo era ya estaba
injusta y recortada del poeta), no entonaba bien leyendo muestras del «británico modo», como se
con esos tiempos de entusiasmo por las trans- ha venido a llamar el estilo conversacional que se
formaciones sociales que el gobierno militar del afianzó en la poesía peruana escrita en castellano