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Especial: Marco Martos Carrera
en los sesenta y continuó vigente al menos por minutos por la avenida Riva Agüero, antes
dos décadas más; en mi caso, décadas funda- de que tuviera veredas.
mentalmente formativas.
Iba por las mañanas a mis clases de San Mar-
Al acabar la secundaria cuatro años más cos y en las tardes a Estudios Generales de Le-
tarde, yo ya tenía claro que quería estudiar Li- tras en la Católica. En ese momento, San Marcos
teratura. Mis opciones eran obvias: la Católica permitía el ingreso directo al programa, es decir,
o San Marcos. Cada uno de sus programas de podíamos matricularnos sin mayor trámite en
Literatura tenía gente valiosa y a la vez cada ins- los cursos de la carrera, por lo que empecé con
titución ofrecía un rostro distinto del Perú. San cuatro o cinco materias de literatura cada semes-
Marcos era la universidad popular, caótica, llena tre desde el principio.
de gente de provincia, pero con extraordinarios En uno de esos cursos (Literatura Española)
profesores, en su mayoría poetas y narradores de mi primer año conocí a Marco Martos. No
ellos mismos. La Católica, privada, era entonces hablaré de su gigantesca erudición literaria, que
18 el predio privilegiado de la burguesía peruana, hacía de cada de una de sus clases una alforja de
con un aire más prestigioso en las humanidades conocimientos y sensaciones, ya que su manejo
que la también privada Universidad de Lima crítico de la poesía era agudo y a la vez artístico.
que, además, no tenía un programa de Literatu- Y siempre conservando un refrescante sentido
ra. La Católica ofrecía, asimismo, un excelente del humor.
programa, aunque más orientado hacia la lin-
güística y el estructuralismo. Albergaba, sobre
todo, a estudiantes de la clase media y la bur- San Marcos era la universidad
guesía; San Marcos, en cambio, tenía una infini-
dad de espectros sociales. Decidí postular a las popular, caótica, llena
dos y estudiar en las dos al mismo tiempo, pues
no quería tener una visión parcial ni del país ni de gente de provincia, pero con
de la literatura.
Antes de ingresar a ambas universidades extraordinarios profesores,
en 1978, ya sabía con quiénes iría a estudiar.
La ventaja para mí era también que ambas se en su mayoría poetas
encontraban a poca distancia, de modo que
podía caminar de una a otra sin mayor pro- y narradores ellos mismos [...]
blema y en poco tiempo, apenas unos quince