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es inseguro de tipo evitativo severo.
                    Ese día, cuando por fin consigo desmontar su coraza, se derrumba y se echa a llorar. La angustia, al
                  haber roto su bloqueo, le tiene abatido y desolado. Me acerco a él, le cojo de las manos —estamos en
                  plena pandemia y soy consciente de que no se puede tocar a nadie, pero la situación lo requiere— y
                  me dice:
                    —Desde  que  la  pandemia  comenzó  este  es  el  mayor  contacto  físico  que  he  tenido  con  alguien,
                  gracias por tocarme. Me había olvidado lo que se siente cuando alguien se acerca a ti para apoyarte.


                   Poder ayudar a alguien que te deja penetrar en su corazón y en su alma es
                maravilloso, pero tambalea los propios cimientos del terapeuta. Esta es una
                de  las  causas  por  las  que  creo  que  los  médicos,  los  psicólogos,  los
                educadores y los especialistas del mundo afectivo requerimos un apoyo de

                vez en cuando; es decir, contar con alguien que nos oriente y nos refuerce en
                momentos de debilidad o saturación. Yo, ¡por supuesto!, cuento con ello, son
                mis  particulares  personasvitamina  que  me  inspiran  cuando  me  noto  más
                cansada o vulnerable para seguir con mi labor.





                5. EL ORGANISMO, LA MEDICACIÓN Y LOS SUPLEMENTOS


                   Tras compartir con el paciente mi impresión sobre su historia emocional y

                sintomatología física y psicológica, intento aclararle las razones que le han
                llevado  a  ser  y  actuar  así.  Pauto  si  precisa  un  tratamiento  para  paliar  los
                síntomas,  desde  fármacos  hasta  probióticos,  sustancias  naturales,  omega  3,
                vitamina D…
                   La  medicación  a  veces  es  imprescindible.  Los  fármacos  pueden  ser  el

                empuje para salir de un bucle negativo y doloroso; en otras ocasiones nos
                saca del estado de alerta; a veces son necesarios para mejorar los síntomas
                obsesivos, pueden ayudarnos a recuperar calidad de vida al poder descansar;
                en otras nos ayudan a superar una etapa de enorme sufrimiento y angustia…

                Las medicinas son un gran apoyo, pero no pueden ser el único tratamiento. No
                debemos depender del fármaco sin emplear otras técnicas complementarias
                que  potencien  la  salida.  Lo  importante  es  que  cuando  el  tratamiento
                farmacológico empiece a hacer su efecto, se comience a trabajar la psique,
                las emociones, la conducta y los traumas si los tuviera. Tiendo a compararlo

                con una contractura fuerte de espalda o un lumbago. Si uno acude al médico
                dolorido e inmovilizado y le aconsejan ejercicios de estiramiento, lo primero
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