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y crucial va a ser poder moverse. Quizá para eso requiera una inyección o un
fármaco que destense el músculo para luego empezar a trabajar.
El mecanismo de la mente, salvando las distancias, es similar. Un cerebro
bloqueado, inundado de cortisol, angustiado, triste o enrabietado difícilmente
podrá aprender técnicas y mecanismos para relajarse o mejorar en la gestión
de sus emociones o de las personas de su entorno.
6. PASADO, PRESENTE Y FUTURO EN LA TERAPIA
Cuando el paciente va mejorando, voy ayudándole a gestionar sus factores
de estrés del presente para que estos tengan la menor repercusión posible en
su día a día. Estos factores son múltiples y diferentes para cada individuo:
pueden ser personas, recuerdos o incluso situaciones que solo con pensar o
toparse con ellas activan de forma drástica su sistema de alerta y ponen al
paciente en una espiral negativa.
Desde encontrarse con la exnovia, el jefe o la suegra, a subir en ascensor o
estar en lugares cerrados, hasta presenciar rabietas en los niños, a sentir
síntomas físicos —en los hipocondriacos—, o a percibir la suciedad y el
desorden en las personas obsesivas. La lista de factores de estrés es infinita
porque no hay dos personas iguales. Desde el primer día identifico cuáles son
en concreto para ir desarticulándolos y aprendiendo a manejarlos.
Cuando el paciente se va estabilizando, atendiendo a su evolución, voy
trabajando su pasado y su futuro. En el pasado están los traumas, las heridas y
los bloqueos; en el futuro, los miedos y las limitaciones para enfrentarse a
algunos retos. Hay que hacerlo con mucha delicadeza para ir cerrando las
heridas del ayer. Existen traumas que deben ser sanados y el paciente tiene
que poder narrar sin sufrimiento momentos difíciles de su pasado.
Para desactivar los factores de estrés o sanar los traumas y heridas
profundas suelo emplear una técnica, el EMDR, que me ayuda a curar o limar
las heridas mal cicatrizadas para que no se atrofien.
EMDR. Q UÉ ES Y PARA QUÉ SIRVE