Page 59 - Encuentra tu persona vitamina
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diarias  en  nuestro  puesto,  es  imprescindible  para  la  salud  —y  no  solo  la
                mental—  que  esas  relaciones  sean  buenas  o,  como  mínimo,  que  no  sean

                malas. Todo el mundo tiene que poner de su parte para que el entorno sea
                agradable, si bien es cierto que en muchos casos una persona tóxica puede
                llegar a destruir lo que en otras circunstancias habría sido un buen equipo.
                   Hoy en día existen empresas que fomentan la tensión y la competitividad

                de forma extrema, lo que puede derivar en una atmósfera insoportable en la
                plantilla. No hay una solución perfecta, pero considero que esta debe partir
                siempre de la humanidad de los que están en el vértice de la pirámide, de los
                supuestos  responsables.  La  selección  de  directivos  y  de  los  cargos

                dependientes de estos debería considerar la calidad humana y el ambiente
                que estos generan en sus equipos. En muchos casos, he contemplado cómo un
                buen  líder  impregnaba  verticalmente  toda  la  organización  empresarial,
                inyectando oxitocina, o al menos en los escalones inferiores más próximos a

                él,  de  un  clima  y  una  cordialidad  que  por  lo  demás,  desgraciadamente,
                escasean en muchas empresas.
                   No  se  debe  fomentar  el  acceso  a  puestos  ejecutivos  de  personas  que
                tengan  un  historial  negativo  en  lo  humano.  Si  las  relaciones  son  muy

                competitivas  y  tóxicas,  el  resultado  son  empleados  que  operan  como
                individuos aislados, desconfiando del trabajo en equipo, pendientes siempre
                de  una  zancadilla  de  otro  candidato  al  puesto  al  que  aspiran,  estresados,
                intoxicados de cortisol y más tendentes, por tanto, a «romperse».





                                               CON LAS MASCOTAS



                   En 2012 falleció uno de mis mejores amigos, Rafa, tras sufrir de ELA.
                Recuerdo la noche antes de morir que fui a despedirme de él al hospital en el
                que estaba ingresado. Volví a la casa que tengo en el campo, donde estaba
                pasando esos días, con el corazón  encogido y  me fui  a  dar un paseo. Me
                senté en una piedra desde donde se ve el pueblo más cercano, pensando en la

                vida, la muerte y la enfermedad —perder a un amigo con veintitantos años es
                un golpe duro—, y al cabo de unos minutos me percaté de la presencia de
                alguien  un  par  de  metros  más  atrás.  Me  giré  y  me  encontré  con  Balty,  un

                golden muy especial, que tras ver mi gesto, se acercó y se acurrucó a mi
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