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CEAUCESCU Y LOS ORFANATOS EN RUMANÍA
Un día, hace varios años, en un aeropuerto francés, vi en una televisión una
noticia en la que hablaban sobre algunos supervivientes de los orfanatos de
Rumanía. Las imágenes eran terribles y recuerdo sentir un escalofrío mientras
las lágrimas empañaron mis ojos ante semejante crueldad.
En 1989 el líder comunista Ceaucescu era fusilado, dejando tras él unos
veinte mil niños fallecidos en los orfanatos de Rumanía. Después de años de
escasez y de ruina económica, se creó un movimiento para protestar contra el
dictador. El 22 de diciembre de 1989 los militares dejaron de someterse al
dictador, y este y su mujer fueron arrestados y fusilados días más tarde.
En ese momento salió a la luz uno de los secretos mejor guardados del
régimen: la terrible red de instituciones donde los niños eran internados. La
obsesión de Ceaucescu era animar a las parejas a tener muchos hijos para
repoblar el país tras la Segunda Guerra Mundial e impulsar así la economía
nacional. Quería incrementar la población un cincuenta por ciento en una
década. Los documentos históricos son impresionantes: se implantó un
control absoluto sobre la mujer en el ámbito reproductivo. Se estableció la
policía menstrual y las mujeres eran obligadas a pasar por pruebas médico-
ginecológicas en sus casas o trabajos para medir y realizar el seguimiento a
sus embarazos. Si una pareja no podía tener hijos por cualquier razón, tenía
que pagar más impuestos.
El resultado fue devastador; la mortalidad de las madres aumentó y durante
los años setenta y ochenta, más de cien mil niños quedaron bajo el cuidado
del Estado. Miles fueron abandonados en los internados del gobierno. En
esos lugares las condiciones eran deplorables y el maltrato físico, constante.
Los supervivientes, en algunas declaraciones, relataron que eran enjaulados
como animales salvajes. Lógicamente las consecuencias fueron dramáticas en
todos los aspectos, pero uno de los temas más estudiados fue la falta de
interacción física con los cuidadores o adultos. Nadie les hablaba, nadie les
atendía con cariño.
Durante la Navidad de 1989, tras la muerte de Ceaucescu, la noticia de la
existencia de esos internados conmocionó los corazones de muchos. Las
imágenes eran terribles: al entrar en las habitaciones donde estaban los niños
menores de tres años solo se escuchaba un profundo silencio. Esos niños no