Page 48 - Querido cerebro, ¿qué coño quieres de mí?
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demás. Esto suele ocurrirle a gente que se ha criado en ambientes de
maltrato o con padres muy autoritarios.
El resultado es que la persona siente que no se merece expresarse o
defender sus derechos. Celia entiende que los demás pongan límites o
se prioricen, pero cree que ella no puede, como si los límites fueran un
privilegio que solo pudieran disfrutar las personas de estatus superior.
Si te pasa como a Celia y alguna vez piensas que no tienes derecho a
decir no cuando no quieres hacer algo, date cuenta de que los demás no
se merecen el privilegio de que tú hagas lo que quieran. Solo por ser
humano tienes derecho a decir que no y a poner límites a quien tú
quieras, que bastante has tragado ya.
Tendríamos que explicar a Celia que, por mucho que crea que no
merece poner límites, es un ser humano con el mismo valor que
cualquier otro y que no vale lo que su contexto le hizo creer. No hay
personas que valgan más que otras. Hay algo que nos hace iguales:
todos cagamos y nuestra mierda huele mal. Para trabajar su autoestima
le ayudaríamos a conocerse, a pasar tiempo con ella, a estar en contacto
con sus emociones, a averiguar qué le gusta hacer y qué es importante
para ella, a reconocerse sus cualidades y logros y a hacer acciones para
cuidarse física y mentalmente.
Miedo al rechazo
Si se enfada porque le pones límites, no te quiere.
La tercera razón por la que Celia no dice no es porque teme que la
rechacen. ¿Te ha pasado alguna vez? Esto es normal que nos ocurra a
todos, ya que la necesidad de ser aceptado en el grupo es universal.