Page 49 - Querido cerebro, ¿qué coño quieres de mí?
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Hace miles de años los seres humanos cazaban en manada y ser
rechazado por la comunidad significaba no cazar, no comer y morir.
Es frecuente que queramos ser reconocidos y aceptados en un grupo,
pero dejar de ser nosotros mismos para conseguirlo o hacer cosas que
no queremos para que nos acepten no debería ser nuestra moneda de
cambio. Es como si prostituyéramos nuestra voluntad a cambio de
aceptación. Sé que suena duro, pero es que estoy harta de que no te
respetes. ¿Te gustaría que alguien hiciera cosas que realmente no
quiere hacer por ti? Si pudieras, ¿no le ahorrarías el malestar a alguien
de hacer algo que no quiere? ¿Y por qué no te lo permites a ti?
Vamos a hablar sobre el rechazo: cuando alguien nos rechaza es
posible que nos lo tomemos a lo personal y eso nos haga sentir mal. Tal
vez nunca te hayas planteado esto, pero en realidad cuando alguien nos
rechaza lo que está rechazando es una imagen de nosotros que se ha
hecho esa misma persona con sus creencias, expectativas y lo que le
han contado sobre nosotros, ¿te acuerdas de los conceptos mentales del
primer capítulo?
Es como si la persona hiciera un retrato de nosotros y luego le
pareciera horrible su propio dibujo. ¿Te sentirías atacado porque a
alguien no le guste el que él ha hecho? ¡Coño, que aprenda a dibujar!
¿no? Pues lo mismo debería pasarnos cuando a alguien no le guste la
idea que se ha formado de nosotros.
En este punto trabajaríamos con Celia para que no se tomase
personalmente lo que los demás le digan, de forma que no se sienta
culpable por no hacer lo que los otros esperan de ella y le enseñaríamos
a poner límites amables y a priorizarse.
Idea de amor basada en el sacrificio