Page 81 - Querido cerebro, ¿qué coño quieres de mí?
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Un buen día te despiertas y te das cuenta de que la clave de
la felicidad es que te la pele todo mucho más.
¿Te acuerdas de que el cerebro funciona simplificando el mundo en
conceptos para que podamos entender lo que ocurre? Pues a veces el
cerebro, en su forma de interpretar, nos hace creer que necesitamos que
las cosas sean de una manera concreta para estar bien y no es verdad.
Cuando esto pasa, lo normal es que evitemos todo lo que nos hace
sentir incómodos, aunque sean circunstancias que podríamos soportar
perfectamente. Esto es lo que le pasa a Hugo con el orden y el silencio,
que tiene una creencia rígida sobre ellos y cree que los necesita para
estar bien.
Tener esta creencia hace que sufra cuando las cosas no están en
silencio ni ordenadas, lo cual pasa bastante a menudo. En general, a
nadie nos gusta el desorden ni el ruido, pero hay grados que son
soportables y viviendo con dos niños lo mejor para Hugo sería aprender
a convivir con ello.
En este punto invitaríamos a Hugo a ir poco a poco exponiéndose a
situaciones de menos a más ruidosas y desordenadas —sin que llegara
a ser una tortura— para que las fuera tolerando poco a poco y así
cambiar esa idea prefijada que no le está resultando útil. A la larga le
haríamos ver que también se puede ser feliz con ruido y desorden, o
bien abrir la puerta a una realidad paralela en la que él nunca tuvo hijos y
puede disfrutar de su soledad en lo alto de una colina.
No responsabilización del propio malestar