Page 75 - libro Antología cuentos 2020 La Balandra.indd
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primeros minutos los dos parecían atentos a cualquier ruido, después el

               hombre volvió a escuchar el suave ronquido de su esposa y sintió que se

               quedaba solo.

                     Cuando escuchó el nuevo grito la luz del amanecer empezaba a

               colarse por la ventana. La persiana dibujaba líneas horizontales sobre las

               puertas del placard.

                     Pensó que serían cerca de las cinco, a lo sumo cinco y media. Eso

               era lo que más le gustaba del verano, los amaneceres presurosos; eso y el

               mucho tiempo que podía pasar en el jardín. Mientras pensaba en esto se

               levantó y se puso la bata y las chinelas, lo hizo rápido para no permitirse

               dudar una vez más. Dio la vuelta a la cama y tomó el teléfono que por

               costumbre dejaban sobre la mesa de luz de ella.

                     —¿A quién vas a llamar a esta hora?

                     El hombre había marcado el 911, pero junto con la voz que respon-

               día escuchó también la de su mujer:

                     —¡Cortá! —y cortó—. ¿Y si no es nada? ¿Y si molestamos de gus-

               to? —con estas preguntas ella intentó atenuar lo imperativo de su voz.

               Él le explicó con frases hechas que era mejor prevenir que curar y una

               serie de argumentaciones más que a ninguno de los dos terminaban de

               convencer.

                     —¿Sabés lo que pasa? —volvió a decir ella con tono pausado—.

               Si vienen de gusto, si los llamamos por nada, el día que realmente los



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