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Historia social de la iiteratura y el arce







                 ésta la deja actuar  libremente.  El alejamiento  que con el  romanti­



                 cismo aparece entre los literatos progresistas y la burguesía conser­


                 vadora se compensa otra vez con  la conversión de  los románticos a


                 la  idea  conservadora.  Los  escritores  del  primer  período  Victoriano


                 luchaban por reformas dentro de la sociedad  burguesa, pero nunca



                 pensaron en la destrucción de esta sociedad. La burguesía en modo


                 alguno  los consideraba extraños a sí misma  ni  tampoco  traidores;


                 antes bien, seguía su actividad de crítica de la sociedad y de la cul­



                 tura con simpatía y  benevolencia.  El estrato de los  ilustrados cum­


                 plía  en  la  vida  de  la  sociedad  burguesa  una  función  de  cuya  im ­


                 portancia  tenían  más  o  menos  conciencia  las  clases  dominantes.


                 Constituía  la  válvula  de  seguridad  que  prevenía  una  explosión  y



                 aflojaba en  la  burguesía  tensiones  internas  al  dar expresión  a con­


                 flictos de conciencia que de otra manera estaban en peligro de que­


                 dar reprimidos.



                           Sólo después de su victoria sobre la revolución y de la derrota


                 del  cartismo  se  sintió  la  burguesía  tan  segura  en  su poder  que  ya


                 no  tuvo  más  conflictos  de  conciencia  ni  remordimientos,  y  creyó


                 que ya no había de  necesitar de crítica.  Con ello,  la minoría de  los



                 intelectuales, especialmente los que de ellos se dedicaban a la pro­


                 ducción literaria, perdieron el sentimiento de que tuvieran que de­


                 sempeñar  en  la  sociedad  una  misión.  Se  vieron  amputados  de  la



                 clase  social  cuyo  portavoz  habían  sido  hasta entonces, y  se  sintie­


                 ron completamente aislados entre las ciases incultas y ia burguesía,


                 que  ya  no  los  necesitaba.  Con  este  sentimiento  se  formó,  a  partir


                 de  la antigua  minoría  ilustrada arraigada en  la  burguesía,  la cria­



                 tura  social  que  designamos  con  el  nombre  de  «intelectualidad».


                 Pero este proceso  representó propiamente sólo  la última fase  de ia


                 emancipación a través de la que los  representantes de la cultura se



                 separaron  poco a  poco  de  los  representantes  del  poder.  El  huma­


                 nismo  y  la  Ilustración  son  las  primeras  etapas  de  esta  evolución;


                 realizan  la emancipación  de  la  cultura,  por una parte,  frente a los


                dogmas de la Iglesia,  y, por otra, frente a la dictadura aristocrática



                del gusto.  La Revolución francesa señala el fin del  monopolio cul­


                 tural  que  hasta entonces  había  sido ejercido  por  las  dos  clases  su­


                periores,  y  abre  el  camino  al  monopolio  cultural  de  la  burguesía,
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