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Historia social  de  la  literatura y  el  arte







               nal  de  las  composiciones  de  Bach,  pues  tomaban como  medida  su


               propio criterio de  la sencillez,  la inmediatez y  la  intimidad.



                         Lo esencial  para ellos,  como para  los defensores del  romanti­


               cismo literario, era la representación de una efusión del  sentimien­



               to como proceso homogéneo, con una intensificación gradual y  un


               punto culminante, a ser posible con un conflicto y una solución, en


               contraste  con  la  descripción  de  un  sentimiento  constante  desple­


               gándose  regularmente  por  toda  la  pieza  82.  Sus  sentimientos  no



               eran ni  más profundos ni  más intensos que los de sus predecesores;


               ocurría sólo que  ellos  los  tomaban más en serio y  querían  hacerlos


               aparecer más  importantes,  y por esta razón  los  dramatizaban.  Esta



               tendencia a  la dramatización  diferenciaba  las  nuevas  formas  cícli­


               cas de la canción y de la sonata, de los viejos  tipos  secuenciales de


               la fuga, el pasacalle, la chacona y las otras formas basadas en la imi­


               tación y la suite                      La música anterior producía la impresión de co­



               medida y templada, como consecuencia del tratamiento regular del


              contenido  emocional,  y,  en  cambio,  la  música  moderna,  con  sus


              constantes  elevaciones  y  caídas,  su  tensión  y  aflojamiento,  su  ex­



              posición  y  desarrollo,  daba  intrínsecamente  la  impresión  de  in­


              quietante y  excitante.  La  «dramática»  técnica expresiva,  tendente


              a un sugestivo efecto final, tiene sobre todo su explicación en el he­


              cho de  que el compositor se encontraba situado  frente a un  públi­



              co  cuya  atención  tenía  que  despertar  y  cautivar  con  medios  más


              efectivos que los usados para el público anterior.  Simplemente por


              miedo a perder el  contacto con  sus  oyentes  desarrollaba la compo­



              sición  musical  en  una  serie  de  impulsos  constantemente  nuevos  y


              ascendía de una intensidad expresiva a otra.


                         Hasta el siglo XVIII  toda música era más o menos  música es­


              crita para una ocasión específica;  estaba compuesta por encargo de



              un príncipe,  de  la Iglesia o del  concejo de  la ciudad, y  tenía como


              fin entretener a una sociedad  cortesana, solemnizar la devoción  de




                        a:  Sobre  ia  unidad  de  tema  y  carácter  en  un  movimiento,  cf.  H ugo  Riemann,

             Handb.  d.  Musikgesch.,  II,  3, págs.  132-133.

                            Sobre  la antítesis  del  «tipo secuencia!»  y  del  «tipo de  canción»,  Wilhelm  Fis-


             cher, Zur Entwkklung des  Wiener klass;  Stils,  en  Beihefte der Denkmdier der Tonkumt in Ós-

             terr.,  III,  1913, págs. 29 sigs. Sobre la antítesis de la forma de fuga y la de sonata, cf. Au-

             gusc  Hahn,  Von zwei  Welten der Musik,  1920.






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