Page 86 - Hauser
P. 86

Rococó,  clasicismo y  romanticismo








               las  funciones  litúrgicas  o  elevar  el  esplendor  de  las  solemnidades


               públicas.  Los  compositores  eran  músicos cortesanos, compositores


               religiosos o  músicos  del  concejo;  su actividad  artística se  limitaba



               al  cumplimiento  de  los  deberes  anejos  a  su  cargo;  probablemente


                rara vez se  les  ocurre componer algo por cuenta  propia, sin  que se


                les haya encargado.  Fuera de la Iglesia, de las fiestas y de los bailes,



                los  ciudadanos  tenían  rara  vez  ocasión  de  oír  música.  Sólo  excep­


               cionalmente podían asistir a las actuaciones de  las orquestas al ser-


               vicio  de  la  nobleza  y de  la  corte.  A  mediados  del  siglo  XVIII  co­


                menzó a sentirse esto como una falta y se fundaron en  las ciudades



                sociedades  de  conciertos                                   A  cargo  de  los  collegia  música,  origi­


                nalmente  privados,  se  desarrollaron  conciertos  públicos,  y,  con


                ellos,  una vida musical propiamente burguesa.  Las sociedades mu­



                sicales  alquilaban  salas  cada  vez  más  grandes  y  daban,  mediante


                pago, conciertos para auditorios que  iban en constante aumento 85.


                De este modo se crea también un mercado iibre para la producción


                musical,  que  corresponde  al  mercado  literario  con  sus  periódicos,



                revistas e imprentas. Pero mientras que la literatura, lo mismo que


                la pintura por su parte, se habían independizado tiempo atrás de la


                utilización  práctica  inmediata  de  su  producción,  la  música  sigue



                siendo  hasta  finales  del  siglo  XVII  música  exclusivamente  de  en­


                cargo.  No  hay  antes  de  esa  fecha  música  espontánea;  meros  con­


                ciertos  musicales  cuyo  único propósito fuera  la expresión  del  sen­


                timiento  no  los  hay  hasta  el  siglo  XVIII.  El  auditorio  de  los



                conciertos  públicos  se  distinguía  en  varios  puntos  fundamentales


                de los oyentes habituales de las audiciones musicales cortesanas: te­


                nía  menos práctica en  el  juicio  de  las  obras  musicales;  era un pú­



                blico que pagaba sus conciertos cada vez, y, por lo tanto,  un públi­


                co que había que conquistar y satisfacer constantemente; se reunía


                única y exclusivamente para disfrutar de la música como tal músi­


                ca, es decir sin  conexión con propósito alguno, como ocurría en la



                Iglesia, en el baile, en  las solemnidades ciudadanas o incluso en los


                ambientes  sociales  de  los  conciertos  cortesanos.  Estas  peculiarida­


                des del  nuevo público de concierto  trajeron  sobre todo aquella lu-




                          84 H. J. Moser, op.  cit..  págs.  314-315.


                          ^   L.  Balec-E.  Gerhard, op.  cit.,  pág.  403.





                                                                                   91
   81   82   83   84   85   86   87   88   89   90   91