Page 91 - Hauser
P. 91

3










                                          EL ORIGEN DEL DRAMA BURGUÉS















                   L              A novela burguesa de costumbres y de familia representaba



                                   una innovación completa frente a la novela heroica, pastoril


                                  y picaresca que había dominado la literatura amena hasta la


                   mitad del siglo XVIII, pero no se oponía en modo alguno a la vieja



                   literatura  de  un  modo  tan  consciente  y  metódico  como  el  drama


                   burgués,  que  había  surgido de  la  oposición sistemática a  la  trage­


                   dia clásica y se convirtió en portavoz  de  la  burguesía revoluciona­



                   ria.  La  mera  existencia  de  un  drama  elevado  cuyos  protagonistas


                   eran personas burguesas expresaba la pretensión de la burguesía de


                   ser tomada tan en serio como la nobleza, de  la que habían surgido


                   los  héroes de la tragedia.  El drama burgués significaba de antema­



                   no  la  relativización  y  depreciación  de  las  virtudes  heroicas  aristo­


                   cráticas,  y  era  en  sí  una propaganda  de  la  moral  burguesa y  de  la


                   igualdad de derechos reclamada por la burguesía.  En su  nacimien­



                   to, a partir de  la conciencia de clase burguesa estaba decidida toda


                   su  historia.  Es verdad que el drama que tenía su origen en un con­


                   flicto  social  no  representaba  en  modo  alguno  la  primera  y  única


                   forma,  pero  era  el  primer  ejemplo  de  un  drama  que  hacía de  este



                   conflicto su objeto directo y se colocaba abiertamente al servicio de


                   una  lucha  de  clases.  El  teatro  había  hecho  siempre  propaganda


                   de la ideología de la clase que lo sostenía económicamente, pero los



                   conflictos  de  clase  constituían  hasta  ahora  siempre  el  contenido


                   latente  de  sus  creaciones,  mas  no  el  contenido  explícito.  Nadie


                   decía, por ejemplo:  «¡Oh, vosotros, aristócratas atenienses; los pre­


                   ceptos  de vuestra  moral  de  estirpe  están  en  oposición  a los  funda­



                   mentos de nuestro Estado democrático; vuestros héroes son no sólo


                   fratricidas  y  matricidas,  son  también  reos  de  alta  traición!»  O


                   también:  «¡Oh,  vosotros,  barones  ingleses;  vuestras  costumbres



                   desconsideradas amenazan la paz de nuestras industriosas ciudades,





                                                                                       94
   86   87   88   89   90   91   92   93   94   95   96