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Rococó,  clasicismo y  romanticismo







                  condiciones de dedicarse ai culto de estos  ideales fueron considera­


                  dos  como  una  especie  del  género  humano  cuya  existencia  estaba



                  fuera de los límites de la dignidad dramática. La tendencia al abso­


                  lutismo y la aspiración a hacer la cultura cortesana más exclusiva y


                  más semejante ai modelo francés condujeron también en Inglaterra



                  al desplazamiento del teatro popular, que hacia finales del siglo XVI


                  estaba  todavía completamente  fundido con la literatura de  las cla­


                  ses superiores. También aquí se limitaron de manera progresiva los



                  dramaturgos  desde el  reinado de Carlos I a producir para el teatro


                  de  la  corte  y  de  las  clases  superiores,  de  manera  que  la  tradición


                  popular  del  período  isabelino  se  había  perdido  muy  pronto.


                  Cuando  ios  puritanos  procedieron  a  la  clausura  de  los  teatros,  el



                  drama inglés estaba ya en decadencia 8fl.


                             El  azar  había  sido  considerado  siempre  como  uno de  ios  ele­


                  mentos esenciales de  ía tragedia,  y hasta el  siglo XVIII  todo críti­



                  co  dramático  estaba  de  acuerdo  en  que  el  revés  de  la  fortuna  era


                  más  impresionante cuanto  más  alta era la posición  desde la que el


                  héroe caía.  En  una época como  la del  absolutismo del  siglo  XVII


                  este  sentimiento  debió  ser  especialmente  fuerte,  y  así  incluso  la



                  poética del Barroco define la tragedia simplemente como un géne­


                  ro  cuyos  héroes  son  príncipes,  generales  y  altas  personalidades


                  similares. Con todo lo pedante que pueda parecemos hoy esta defi­



                   nición,  comprende  un  rasgo esencial  de la tragedia e  incluso seña­


                  la tal vez el origen de los acontecimientos  trágicos.  En consecuen­


                  cia,  fue  efectivamente  un  cambio  definitivo  el  que  en  el  siglo


                   XVIII convirtió al burgués ordinario en protagonista de una acción



                  dramática  seria y significativa y  le  hizo aparecer víctima de  trági­


                  cos  destinos  y  representante  de  elevadas  ideas  morales.  A  nadie  se


                   le  hubiera  ocurrido  anteriormente  semejante  cosa,  aunque  la  afir­



                  mación de que el elemento burgués había sido retratado en la vieja


                  escena siempre con finalidad cómica no corresponde en modo algu­


                  no  a  la  realidad.  Mercier  calumnia a  Moliére  cuando  le  reprocha


                  que  quisiera  «ridiculizar  y  humillar»  a  la  burguesía  89.  Moliére






                            88 Leslie Stephen, op,  cit.,  pág.  66.

                               Mercier, Du Théátre ou nouvel essai sur l'art dramattque,  1773.  Citado por F.  Gaif-

                  íe, op.  cit.,  pág.  91-






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