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Historia social de la literatura y el arte
caracteriza al burgués en general como honrado, franco, inteligen
te e incluso agudo, y hace esto la mayoría de las veces con ánimo
de atacar a las clases altas 90. En el viejo drama, sin embargo, nunca
se había hecho a un miembro de ía clase media portador de un des
tino elevado y estremecedor ni realizador de un hecho noble y
ejemplar. Los creadores del drama burgués se liberan ahora tan
absolutamente de esta limitación, y del prejuicio de que el ascen
so del burgués a protagonista de la tragedia significa la trivialización
del género, que no pueden comprender ya en lo sucesivo el senti
do dramático de la elevación social del héroe sobre los hombres
vulgares. Juzgan el problema en conjunto desde el lado humano, y
piensan que el alto rango del héroe aminora el interés de los espec
tadores por su destino, ya que un auténtico interés de solidaridad
sentimental puede sólo sentirse hacia personas de la misma condi
ción social 9!. Este democrático punto de vista está sugerido ya en
la dedicatoria de The London Merchant, de Lillo, y los dramaturgos
burgueses en su mayoría se mantienen en esta idea. Naturalmente,
tienen que compensar la significación que el héroe de la tragedia
antigua poseía por su misma posición social con la profundidad y
enriquecimiento del retrato de su carácter, lo que conduce a una
sobrecarga psicológica del drama y crea una problemática más
amplia de la que conocían los antiguos dramaturgos.
El ideal humano que perseguían los precursores de la nueva
literatura burguesa era incompatible con el concepto tradicional de
la tragedia y de los héroes1trágicos. Por esro aseguraban ellos con
cierta insistencia que la era de la tragedia había pasado ya, y cali
ficaban a sus maestros, Corneille y Racine, de meros ensartadores
de palabras 92. Diderot exigía la abolición de las grandes tiradas
declamatorias, que consideraba tan insinceras como antinaturales,
y Lessing combatía el artificioso estilo de la tragédie classique al
mismo tiempo que su mendaz carácter clasista. Ahora se descubre
por vez primera el valor de la verdad artística como arma en la
90 Clara Stock meyer, Soziale P róbleme I m Drama des $ tur mes und Dranges. 1922,
pág. 68.
93 Beaumarchais, Essai sur le genre dramatique sérieux, 1767.
92 Rousseau, La nouvelle Helo se, II, Lettre XVII.
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