Page 262 - Educación en Bolivia (Warisata) y México (Chuminópolis) Arturo Vilchis
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V. Plan-Programa de la Escuela Racional 267
permanencia o retiro de los alumnos: desde sus fundamentos liber-
tarios, el niño era libre, libre incluso de dejar la escuela.
La ciencia mal orientada podía conducir a la explotación, al
robo, a la violencia de la guerra, por lo que intentó armonizar la
preparación técnica, la moral y lo social, a través de una pedagogía
que fuera la ciencia de la formación del alumno, entendiendo una
pedagogía por el trabajo, no sólo como una educación manual
o por el trabajo manual. Más que un aprendizaje prematuro, se
asentó en la tradición de una educación popular, eficiente, donde
el trabajo fuese la base y el motor y que, en plena marcha, en el
ejercicio mismo de las funciones naturales, se podía influir sobre
el ritmo, el equilibrio y la potencia de las fuerzas impulsadas por
las tendencias vitales de cada alumno.
Enseñar la técnica y la apropiación de la misma por los alumnos
significó separarse a la forma mecánica o memorista y presentar al
niño el objeto sobre el que versaban las lecciones, apelando al uso
de modelos, aparatos científicos, dibujos, descripciones, etc. De
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forma semejante se estableció la organización de conferencias es-
pecíficas (apicultura, de abono en la agricultura, sobre hechura de
mallas de hilo, etc.) con la asistencia de expertos en ciertas materias
dente del Comité”, en Oriente, Órgano de la Escuela Racional, Mérida, vol. I, núm. 2,
octubre de 1917, p. 8.
43 “Cuando ingresé a la Escuela racional no sabía nada de ortografía. En
la escuela en que yo estaba me enseñaban las lecciones de memoria. Ahora ya
entiendo con más claridad lo que es ortografía, y la voy aprendiendo parando
las planas de este periódico. Cuando hago una composición antes y después de
pasarla en la máquina, se me corrige, y si todavía no me fijo en las correcciones,
cuando la paro en la imprenta me fijo y me doy cuenta de ellas. Así se aprende
la ortografía con ejercicio y no dando lecciones de memoria. No sólo adquiero
el conocimiento a que me he referido, sino también la lectura escritura a mano y
en máquina, imprenta y otras cosas, más sin perjuicio de mis intereses de niño”.
Federico Aznar, “Cómo aprendo la ortografía”, en Oriente, Órgano de la Escuela
Racional, Mérida, vol. I, núm. 2, octubre de 1917, p. 5.