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104  NICOLAS MAQUIAVELO

      que sólo se apoya en la fortuna se arruina tan pronto como
      ésta cambia. Creo, también, que triunfa el que acomoda su
      manera de proceder a las circunstancias del momento,  e
      igualmente fracasa quien en su proceder entra en desacuer-
      do con ellas. Porque vemos cómo en las cosas que les lle-
      van a alcanzar el resultado deseado, eso es gloria y rique-
      zas, los hombres proceden de muy distinta  manera: uno
      con precaución, otro con ímpetu; uno con violencia, otro
      con astucia; uno con paciencia, el otro con todo lo contra-
      rio; y todos con tan distintos métodos pueden lograrlo. Se
      ve también que de dos circunspectos, uno alcanza lo que se
      proponía y el otro no; o bien que otros dos tienen el mis-
      mo éxito con dos maneras distintas de actuar, al ser uno
      circunspecto y el otro impetuoso: y todo eso no proviene
      sino de la cualidad de los tiempos, que se conforman o no
      a su manera de proceder. De ahí que, como he dicho, dos
      hombres, actuando de una manera distinta consigan el mis-
      mo resultado, y que en cambio otros dos que actúan del mis-
      mo modo, uno consiga su propósito  y el otro no. De eso
      depende también la variedad de los resultados; porque, si
      uno se comporta con cautela y paciencia y los tiempos y las
     cosas van de manera que su forma de gobernar sea buena,
      tiene éxito; pero si los tiempos y las cosas cambian, se arrui-
      na porque  no cambia su manera  de proceder;  no existe
                                                        8,
      hombre tan prudente que sepa adaptarse a esta norma  ya
      sea porque no pueda desviarse de aquello a lo que le incli-
      na su propia naturaleza, ya sea porque habiendo triunfado
      avanzando siempre por un mismo camino, no puede ahora
     persuadirse a sí mismo de la conveniencia de alejarse de él.
     Y así el hombre cauto cuando es hora de proceder con Irn-


        8   Ver los fragmentos de Discorsi y de la carta a Soderini citados en
      la nota 2 de este capítulo. En el duelo entre: evirtü» y «fonuna•,  que: se-
     gún Puppo constituye el tema dramático del Príncipe, la victoria, en úl-
     tima instancia se la lleva la fortuna, ya que no hay virtud humana tan dúc-
     til como para acomodarse a todas las variaciones. Quien dicta pues las re-
     glas del juego es la fortuna. Esta fortuna que para F. Adorno, en «La crisi
     dell'umanesirno civile fiorentino da Alamanno Rinuccini al Machiavelli»
     en Rioista critica di storia della filosofía, VII, 1952, I, consiste en: «aver
     la fortuna di concordare con la fortuna, con li rempi».
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