Page 101 - El fin de la infancia
P. 101

13




               Cuando Jan vio el esqueleto de metal, creyó estar observando el fuselaje de un
           pequeño  crucero  aéreo.  Tenía  veinte  metros  de  largo  y  era  perfectamente

           aerodinámico.  Estaba  rodeado  por  ligeros  andamios  en  los  que  se  encaramaban
           algunos hombres, armados de poderosas herramientas.

               —Sí —dijo Sullivan, respondiendo a la pregunta de Jan— Usamos las técnicas
           comunes  de  la  aerodinámica,  y  la  mayor  parte  de  esos  hombres  procede  de  la
           industria de la navegación aérea. Es difícil creer que exista un ser de este tamaño ¿no
           es cierto? O que pueda saltar limpiamente del agua como yo lo he visto.

               Todo eso era muy fascinante, pero Jan tenía otras cosas en qué pensar. Buscó con
           los ojos, a lo largo del gigantesco esqueleto, un lugar conveniente para su celdita. "El

           ataúd de aire acondicionado", como la había bautizado Sullivan. En un punto, por lo
           menos,  se  sintió  tranquilo.  Había  bastante  espacio  como  para  una  docena  de
           polizones.

               —La armadura parece casi completa —dijo Jan—. ¿Cuándo le pondrán la piel?
           Me  imagino  que  ya  habrán  cazado  la  ballena,  pues  si  no  no  hubiesen  sabido  qué
           longitud tendría el esqueleto.

               Sullivan pareció muy divertido ante esta observación.
               —No pensamos cazar ninguna ballena. Por otra parte, estos animales no tienen
           piel, en el sentido común del término. Sería muy poco práctico envolver esa armadura

           con una manta de grasa de veinte centímetros de espesor. No, imitaremos la piel con
           materiales plásticos, pintados adecuadamente. Nadie notará la diferencia.
               En ese caso, pensó Jan, hubiera sido más razonable que los superseñores llevasen

           algunas fotografías y armasen ellos mismos el modelo, allá, en su planeta. Pero quizá
           las  naves  de  aprovisionamiento  volvían  vacías,  y  una  ballenita  de  veinte  metros
           apenas  ocupaba  lugar.  Cuando  se  tiene  tanto  poder,  y  tantos  recursos,  es  inútil

           preocuparse por pequeñas economías...
               El profesor Sullivan se encontraba no muy lejos de una de las grandes estatuas
           que habían desafiado, todos los conocimientos arqueológicos desde el descubrimiento

           de la isla de Pascua. Rey, dios, o quienquiera que fuese, su mirada sin ojos parecía
           estar clavada en la suya cada vez que dejaba su trabajo y levantaba la cabeza. Estaba
           orgulloso  de  su  obra.  Lamentablemente,  pronto  desaparecería  de  la  vista  de  los

           hombres.





               El cuadro podía haber sido creado por algún artista loco, en uno de sus confusos
           delirios. Sin embargo era una copia fiel de la realidad. El artista era, en este caso, la
           naturaleza.  Hasta  el  perfeccionamiento  de  la  televisión  submarina  muy  pocos




                                        www.lectulandia.com - Página 101
   96   97   98   99   100   101   102   103   104   105   106