Page 99 - El fin de la infancia
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para dos meses en un espacio tan pequeño?





               Sullivan golpeó con un dedo los cuidadosos dibujos que Jan había dejado sobre la
           mesa. El microscopio servía de pisapapeles en uno de los extremos; en el otro se veía
           el cráneo de algún pez inverosímil.
               —Espero que el oxígeno no sea muy necesario —dijo Jan—. Sabemos que los

           superseñores  pueden  respirar  nuestra  atmósfera,  pero  no  parece  gustarles  mucho  y
           quizá yo no pueda utilizar el aire de la nave. En cuanto a las provisiones, el uso de

           narcosamina solucionará el problema. Es perfectamente segura. Cuando estemos en
           camino,  me  tomaré  una  dosis  que  me  dormirá  por  unas  seis  semanas,  días  más  o
           menos. Por ese entonces no faltará mucho para llegar. No es tanto el oxígeno o la

           comida lo que me preocupa, sino el aburrimiento.
               El profesor Sullivan asintió pensativamente con un movimiento de cabeza.
               —Sí, la narcosamina es bastante segura, y sus efectos pueden ser calculados con

           cierta  exactitud.  Pero  recuerde  que  tendrá  que  dejar  bastante  comida  a  mano.  Se
           sentirá muerto de hambre al despertar, y tan débil como un gato recién nacido. ¿Y si
           se muere de hambre por no tener fuerzas para manejar un abrelatas?

               —He pensado en eso —dijo Jan, un poco molesto—. Me alimentaré con azúcar y
           chocolate.
               —Muy bien. Me alegra ver que ha estudiado a fondo el problema y que no piensa

           que al fin y al cabo siempre puede echarse atrás, si no le gusta el cariz que toma el
           asunto. Es usted el que se juega la vida; no me gusta sentir que estoy ayudándolo a
           suicidarse.  Sullivan  alzó  pensativamente  el  cráneo  de  pescado.  Jan  puso  la  mano

           sobre los dibujos para evitar que se enrollaran.
               —Por suerte —continuó el profesor Sullivan— el equipo que usted necesita es
           bastante común, y nuestro taller podrá construirlo en unas pocas semanas. Y si decide

           usted cambiar de idea...
               —No lo haré —dijo Jan.
               ...He considerado todos los riesgos, y el plan no parece tener ninguna falla. Al

           cabo de seis semanas saldré de mi escondite como un polizón cualquiera. Por ese
           entonces —en mi tiempo, recuérdalo— el viaje estará tocando a su fin. Estaremos a
           punto de descender en el país de los superseñores.





               Por supuesto, lo que pase entonces es cosa de ellos. Probablemente me envíen de

           vuelta  en  la  primera  nave;  pero  algo  espero  ver.  Llevaré  conmigo  una  cámara  de
           cuatro milímetros y miles de metros de films. No será culpa mía si no puedo usarlos.
           En el peor de los casos habré probado que el hombre no puede vivir indefinidamente

           en cuarentena. Habré creado un precedente que obligará a Karellen a tomar alguna


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